Objetivo: la convivencia
He pasado el fin de semana en Londres, en virtud de ese prodigio de la técnica que llamamos globalización. Es imposible sustraerse a una idea mientras una pasea por esta ciudad infinita, una idea que se impone incluso a la humedad y el frío inclementes, y que a la altura de Floral Street ya retumba en la cabeza, bajo el gorro de lana, como una verdad incontenible: Londres es la mejor ciudad del mundo.
Londres tiene las proporciones y las hechuras de una capital planetaria: la mirada puesta en la hija americana, el aroma del Indostán, la caligrafía asiática de los rótulos libres del Soho y la vocación, ay, europea.… Seguir leyendo »