
En los abismos del desprestigio
Baudelaire, en Mi corazón al desnudo, escribe que «las naciones no producen grandes hombres sino a su pesar». Y si fuera un autor español hubiera añadido que cuando surgen estos individuos «anormales» tienen que dedicar tanto esfuerzo a su labor como a defenderse de los embates de sus conciudadanos ofendidos. Valerio Máximo dedicó a ello varios capítulos de sus Hechos a la ingratitud. Se podrían resumir en el epitafio que mandó poner Escipión el Africano, conquistador de Cartago y luego perseguido y exiliado: «Patria ingrata, no posees ni siquiera mis huesos». Saint-Simon escribió también sobre «este fanatismo de los países de la Inquisición, donde la ciencia es un crimen y la ignorancia y la estupidez las mejores virtudes».… Seguir leyendo »