El carro de manzanas
Recuerdo cuando murió Bernard Shaw: noviembre de 1950. Yo entonces era alumno del Colegio Estudio y los profesores (o más bien las profesoras) organizaron con este motivo un homenaje al gran dramaturgo anglo-irlandés. Los alumnos de los cursos más avanzados investigaron sobre él y nos dieron pequeñas conferencias sobre aspectos de su biografía y de su obra. Oí muchas anécdotas divertidas, porque Shaw era ingenioso, impertinente y aficionado a sorprender y escandalizar. Gracias a tal eulogía me familiaricé con el personaje, cuyo talento y excentricidades me llamaron mucho la atención y me movieron a leer sus más famosas obras de teatro, ensayos y también alguna biografía sobre él.… Seguir leyendo »