Un ministro indigno que patea el Estado de Derecho
No hay una democracia digna de tal nombre que consienta que continúe en su empleo de ministro de la Seguridad aquel a quien una sentencia culpa de ordenar la comisión de un delito a un alto mando policial al que destituyó despóticamente por rehusar infringir la ley y desacatar a la juez instructora de un sumario que tenía de los nervios al Gobierno del que forma parte. Si ese gobernante tiene además oficio y profesión de magistrado, esa patente prevaricación debiera inhabilitarle para la función pública. No en vano, la preservación de derechos fundamentales queda seriamente desguarnecida por quien, debiendo ser garante y custodio, los atropella y asalta de esa manera tan desaprensiva que mueve a la máxima inquietud.… Seguir leyendo »