La democracia (es) imposible
Perplejos o anestesiados, los contribuyentes asisten al espectáculo de solemnes imposturas de indignación o redención con las que justificar las intrigas palaciegas de este Antiguo Régimen disfrazado digitalmente, cuyos ecos epidérmicos saltan a las pantallas a golpes de cálculo de audiencias e intereses ocultos. Los empleados de la política, para los cuales izquierda o derecha son los nombres de las máscaras en escena, parecen quedar en actores secundarios de tramas invisibles con suculentas remuneraciones y la función de entretener el morbo de televisiones y redes. La tramoya de los parlamentos en tiempos de descomposición del Estado-nación genera un espectáculo estéticamente grosero.… Seguir leyendo »