Reivindicando la moderación
La política española provoca gritar «paren el mundo que me bajo», que atribuyen a la Mafalda de Quino. Entre los que levitan por las fracasadas revoluciones de sus abuelos o se avergüenzan por la mansedumbre de sus padres y los que viven perpetuamente en su 2 de mayo particular, encontrando enemigos donde solo deberían ver adversarios, podría parecer que lo más sesudo sería acogerse a uno de los dos bandos. La opción intermedia sería desistir, sencillamente, desligarse de todo compromiso con el espacio público, desoyendo el imperativo orteguiano: «Por eso es menester que nuestra generación se preocupe con toda conciencia, premeditadamente, orgánicamente, del porvenir nacional».… Seguir leyendo »