
¡No son los berberechos, estúpidos!
Hasta que Tony Blair puso fin en 1997 a 18 años de hegemonía conservadora en Gran Bretaña, no hubo gobernante laborista de más éxito que Harold Wilson hasta que se subió al pedestal de la arrogancia. Adormilado con el humo estupefaciente de su pipa, no se percató del toque de atención que le dio una diputada novata que aún distaba de ser la Dama de Hierro que le apodó el diario del Ejército Rojo soviético. Sonámbulo de poder, ninguneó a Margaret Thatcher. Como el que se sacude el rapé de la solapa del terno, le largó: «Algunos de nosotros tenemos ya bastante experiencia».… Seguir leyendo »