A Sánchez le tienen ganas
El primer gran escándalo de tráfico de influencias de la democracia fue el caso Juan Guerra, que obligó a su hermano vicepresidente a una comparecencia memorable para ofrecer explicaciones en el Congreso de los Diputados. Era febrero de 1990 y para el acervo popular quedó la intervención de Miquel Roca: «A usted, señor Guerra, hay mucha gente que le tiene ganas». «Usted es víctima de su propio estilo político. Con más o menos ironía, mordiente, gracejo... El estilo de las medias verdades, de las descalificaciones ofensivas, de las acusaciones sin prueba, del exabrupto extemporáneo que usted ha practicado en más de una ocasión, ahora revierte contra usted con todas sus consecuencias», le dijo, y todo el mundo lo entendió: el listón de la ética que uno aplica a los demás es el que después le será aplicado a uno mismo.… Seguir leyendo »