Era un martes cualquiera, eran unas gentes como todas: el apocalipsis en Catarroja
Era un martes cualquiera alrededor de las ocho de la tarde, en la calle Azorín de Catarroja, una de las muchas en las que vive gente humilde, aperreada, sufrida, obligada a ensanchar sus espaldas para seguir a flote cada día en el seno de nuestro estado del bienestar, como se atreven a llamarlo los políticos. Y así debe de serlo para ellos, sin duda, según las cosas de las que uno se entera últimamente a cada rato. Habría que preguntarles a mis vecinos, los de las seis y media de la mañana, los del mono de trabajo de lunes a sábado por un sueldo miserable.… Seguir leyendo »