La atracción del abismo
Que Trump acabará mal no ofrece duda. Asesinado como Kennedy (y qué injusto sería que la posteridad los equiparase por ello) o depuesto como Nixon (que a su lado fue Licurgo). Pero lo deseable es que su final político (el único que en verdad nos incumbe) fuese discreto y tranquilo, lo que en un personaje que vive del exceso y que a hierro mata, es poco probable. La duda es si su final le atañerá solo a él o arrastrará consigo al mundo entero. Todo sucederá muy rápido, en cualquier caso. Si lo bueno no suele perdurar, lo malo viene casi siempre de lejos y se anuncia en indicios que aun advertidos no se consideran lo suficiente, y a menudo sus efectos desastrosos tardan en olvidarse décadas.… Seguir leyendo »