
La puerta de la esperanza
Se presentó al mundo en el balcón de la Basílica con una simple sotana blanca y una modesta cruz de hierro, sin los símbolos de poder de la habitual estola ni la principesca muceta de terciopelo rojo con armiño blanco que le esperaba en la sacristía junto a la Capilla Sixtina: "Hermanos y hermanas, buenas noches". Y al día siguiente acudió a pagar de su propio bolsillo su estancia durante el Cónclave en la habitación 203 de la austera pensión de la Casa del Clero. "¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres!", les dijo a los periodistas cuando se encontraron.… Seguir leyendo »