Viernes 26 de febrero de 1993, el día en la isla de Manhattan avanza entre el frío invernal y la rutina bulliciosa de los trabajadores que abarrotan el complejo del World Trade Center (WTC). A las 12:18, un estruendo hace temblar el suelo de las Torres Gemelas y del hotel Vista International. La energía del complejo falla y un humo negro comienza a invadir el vestíbulo de la torre norte mientras la gente comienza a evacuar el WTC.
Los norteamericanos acababan de sufrir el primer atentado yihadista en territorio propio de su historia. Los terroristas habían aparcado en el garaje subterráneo del WTC una furgoneta cargada con unos quinientos kilogramos de Nitrato de Urea. La explosión fue de tal magnitud, que el cráter que generó fue de cuarenta y cinco metros de ancho y de unos cinco pisos de profundidad, dañando seriamente las torres y el hotel.
Faltaban ocho años para que Estados Unidos y el mundo entero se conmocionasen con el atentado del 11 de septiembre de 2001. Todavía términos como “Al Qaeda”, “Bin Laden” o “terrorismo yihadista” no estaban incorporados al vocabulario general del ciudadano estadounidense medio —y al de algunas agencias de seguridad tampoco—, sin embargo, el yihadismo ya había golpeado en el corazón de Nueva York. Una pequeña célula terrorista acababa de cometer un atentado en el que fallecieron seis personas y resultaron heridas otras mil. Hubo que evacuar a cincuenta mil personas en un rescate coordinado entre agencias locales, estatales y federales que se convirtió en el más grande de la historia de Nueva York hasta ese momento.
Unos meses antes había aterrizado en el aeropuerto de Nueva York proveniente de Pakistán Ramzi Yousef. Venía de recibir entrenamiento en Afganistán en elaboración de explosivos y sería el ideólogo del atentado y cabecilla de la célula que lo llevaría a cabo. Ramzi Yousef inició con el atentado contra el WTC de 1993 una corta —sería detenido en 1995 en Pakistán— pero intensa actividad terrorista que le llevaría a planear e inmiscuirse en tramas de lo más diversas. Una de las más destacadas fue la llamada trama Bojinka. Los terroristas Khalid Sheikh Mohammed (KSM) y el propio Yousef —sobrino de Khalid—, a través de un sofisticadísimo plan terrorista compuesto de diversas fases, pretendían hacer explotar once aviones comerciales norteamericanos sobre el Pacífico.
Antes de que la trama fuera desbaratada, Ramzi Yousef fue capaz a modo de ensayo de colocar una bomba en el vuelo 434 de Philippine Airlines el 11 de diciembre de 1994. El explosivo acabó con la vida de un joven japonés e hirió a diez personas. El avión pudo realizar un aterrizaje de emergencia y los daños no fueron más graves debido a la configuración de los asientos y a la disposición del explosivo. No obstante, esa trama fue el germen del plan del 11-S, el cual KSM le planteó en 1996 a Osama Bin Laden durante una reunión en Afganistán. Tras los atentados en 1998 de Al Qaeda contra las embajadas estadounidenses en Kenia (213 muertos) y Tanzania (11 muertos), Bin Laden autoriza a KSM la operación que desembocará en los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Yousef contó con una pequeña ayuda de su tío para el atentado de 1993. Durante los meses previos al ataque, mantuvieron varias conversaciones sobre los avances de la trama. Yousef pidió ayuda económica a KSM, enviándole éste 660 dólares desde Qatar a la cuenta de uno de los miembros de la célula. Yousef reclutó a seis individuos para conformar el grupo que llevaría a cabo el ataque: Mahmoud Abouhalima, Mohammed Salameh, Abdul Yasin, Ahmad Ajaj, Nidal Ayyad y Eyad Ismoil. Algunos de éstos, habían sido radicalizados en una mezquita neoyorquina bajo la influencia de una figura clave para el movimiento yihadista global, Omar Abdel Rahman, más conocido como el Jeque Ciego. Este líder espiritual yihadista que ya había inspirado el asesinato del presidente egipcio Anwar Sadat, se había instalado en suelo norteamericano y desde allí ejercía su liderazgo e influencia.
El Jeque Ciego fue detenido en 1993 y condenado en 1995 por una serie de tramas terroristas que tenían diferentes objetivos neoyorquinos. Desde la cárcel emitió una fatwa en la que aprobaba en los siguientes términos los ataques contra estadounidenses, judíos y cristianos: “A los musulmanes de todos sitios: destruid sus países. Destrozadles. Destruid sus economías, quemad sus empresas, destruid sus negocios, hundid sus barcos y derribad sus aviones. Matadles en tierra, mar y aire”.
Esta fatwa fue hecha pública en 1998 por Al Qaeda en Afganistán durante una conferencia que realizaron ante una docena de periodistas paquistaníes. El mensaje tuvo una gran influencia sobre los miembros de Al Qaeda, especialmente entre aquellos egipcios, como era el caso de la mano derecha de Bin Laden, Ayman al Zawahiri —hoy líder del grupo terrorista—.
Éstas no son las únicas conexiones entre la célula de Yousef y Al Qaeda. Varios años antes de los atentados del 98 contra las embajadas norteamericanas de Nairobi y Dar es Salaam, Al Qaeda tenía sobre el terreno en Kenia a un grupo de terroristas para obtener información sobre futuros objetivos. El líder de ese grupo se llamaba Ali Mohamed, antiguo oficial del ejército egipcio que se había mudado en los años 80 a Estados Unidos, en donde se había alistado y había terminado por convertirse en instructor en la base de Fort Bragg. La comisión de investigación del 11-S determinó que este mismo individuo había entrenado a varios elementos radicales que frecuentaban la mezquita Farouq en Brooklyn, entre ellos a algunos de los miembros de la célula de Yousef que atentó contra el WTC.
Mohammed Salameh, que había sido el encargado de alquilar la furgoneta, fue detenido al poco tiempo del atentado. Al mes siguiente también fueron detenidos Ahmad Ajaj, Mahmoud Abouhalima y Nidal Ayyad. Eyad Ismoil y el líder de la célula, Yousef, fueron detenidos dos años después en 1995. Por otra parte, Khalid Sheikh Mohammed (KSM) fue capturado en 2003 y permanece desde entonces bajo custodia estadounidense. El Jeque Ciego que permanecía en una cárcel estadounidense desde 1993, murió en prisión a principios de 2017.
De los miembros de la célula de Yousef que atentaron contra el WTC, cinco de ellos permanecen en una prisión de máxima seguridad en Colorado, incluido el propio Ramzi Yousef. Un sexto miembro, Nidal Ayyad, cumple su condena en una prisión de máxima seguridad en Indiana. No obstante, el gobierno estadounidense no considera el atentado de 1993 como un caso cerrado, puesto que el séptimo miembro de la célula, Abdul Yasin, todavía sigue en busca y captura.
El día que condenaron a Yousef, declaró lo siguiente: “Sí, soy un terrorista y estoy orgulloso de ello”. Su fanatismo militante dejó aquel 26 de febrero de 1993 mil heridos y segó las vidas de John DiGiovanni, Robert Kirkpatrick, Stephen Knapp, William Macko, Wilfredo Mercado y Monica Rodriguez Smith —embarazada de siete meses—. Al día siguiente, Daily News titulaba: “New York's day of terror”. Por desgracia, ocho años después, Nueva York volvería a vivir un día de terror. El escenario del ataque se repetiría, dejando el skyline neoyorquino sin sus icónicas Torres Gemelas y un vacío irreparable en las familias de las 2.753 víctimas que murieron aquel día en el World Trade Center.
Álvaro H. de Béthencourt es investigador del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo OIET.