7 autogolpes de Estado que han utilizado a la oposición como excusa para cambiar el régimen

La atribución a la oposición de supuestas intenciones golpistas es una estrategia habitual de dictadores y autócratas para ampliar su poder y acabar con la democracia.

1. Evo Morales, 2019, Bolivia

"Está en marcha un golpe de Estado de la extrema derecha con apoyos internacionales" dijo Evo Morales después de las elecciones nacionales de octubre de 2019. Elecciones en las que su porcentaje de voto creció como por arte de magia tras un parón de 24 horas en el recuento, supuestamente a causa de un fallo informático.

La Organización de Estados Americanos (OEA) decretó que Evo Morales había amañado las elecciones, la oposición salió a la calle y Morales se vio obligado a dimitir el 10 de noviembre. Luego, escapó del país para evitar ser juzgado por el amaño. La presidencia interina fue asumida por Jeanine Áñez, vicepresidenta del Senado.

La extrema izquierda internacional, y entre ella Podemos, continúa defendiendo todavía hoy la tesis de que Evo Morales no amañó las elecciones. Según esa extrema izquierda, agrupada en el Foro de Sao Paulo, lo que hubo en Bolivia fue un golpe de Estado de la oposición.

2. Nicolás Maduro, 2017, Venezuela

En marzo de 2017, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) venezolano, controlado por la dictadura de Nicolás Maduro, se atribuyó unilateralmente las funciones de la Asamblea Nacional con la excusa de un supuesto "desacato" del Poder Legislativo.

La presión internacional, las rivalidades en el seno de la dictadura y las críticas de la fiscal general obligaron a Maduro a pedir al TSJ que matizara su sentencia "con el propósito de mantener la estabilidad institucional", cosa que este hizo de inmediato.

La rectificación, puramente cosmética, llegó tarde. La ruptura del orden constitucional tuvo como consecuencia el estallido de protestas multitudinarias convocadas por la oposición y la posterior represión de la dictadura, que derivó en cientos de asesinatos de Estado y en la huida del país de cientos de miles de venezolanos.

A día de hoy, se estima en cinco millones el número de refugiados y exiliados venezolanos que han huido de la represión de la dictadura socialista.

3. Adolf Hitler, 1933, Alemania

El 24 de marzo de 1933 es la fecha de promulgación de la llamada Ley habilitante o Ley para el remedio de las necesidades del Pueblo y del Estado con la que el Reichstag, el parlamento alemán, cedió el poder legislativo a Adolf Hitler, quebrando el principio de separación de poderes y convirtiendo Alemania en una dictadura.

Sólo un mes antes, el presidente alemán, Paul von Hindenburg había aprobado el Decreto del incendio del Reichstag, que suspendía decenas de garantías legales de las que disfrutaban por aquel entonces los ciudadanos alemanes.

La excusa para el decreto, que sentó las bases de la posterior Ley habilitante, fue el incendio del parlamento alemán por parte de un joven comunista holandés. Diversos historiadores han puesto en duda sin embargo su autoría y creen que el incendio fue en realidad un atentado nazi de falsa bandera.

Hitler había sido elegido canciller alemán sólo un mes antes en unas elecciones democráticas. Su plan fue siempre el de utilizar la democracia para acabar con la democracia, cosa que acabó consiguiendo amparándose en el supuesto peligro que representaba la oposición. Sólo un año después, Hitler se autoproclamó Führer.

4. Recep Tayyip Erdoğan, 2016, Turquía

El 15 de julio de 2016 tuvo lugar uno de los golpes de Estado peor diseñados y peor ejecutados de la historia del golpismo. Tanto, que no son pocos los que creen que este no fue más que una patraña organizada o alentada en secreto por el propio Erdoğan para justificar una ampliación de sus poderes, la represión contra la oposición y el deslizamiento de Turquía hacia un régimen de corte islamista.

194 personas murieron durante el golpe. Los errores fueron tantos que resulta difícil no sospechar. Los golpistas dispararon contra los civiles, no intentaron capturar o aislar a Erdoğan, iniciaron el golpe sin el apoyo de los principales mandos militares e ignoraron a las autoridades civiles, a las que deberían haber intentado controlar.

Otra tesis dice que el golpe fue real y que este se precipitó antes de tiempo porque el Gobierno se disponía a arrestar a varios mandos militares partidarios del clérigo opositor al régimen Fethullah Gülen. Sea cual sea la respuesta, lo que es obvio es que Erdoğan aprovechó el golpe para purgar a buena parte de la oposición y cerrar universidades y medios de comunicación.

5. Pervez Musharraf, 2007, Pakistán

El 3 de noviembre de 2007, el presidente Musharraf declaró el estado de emergencia, suspendió la Constitución e impuso la ley marcial en Pakistán. Su reelección en los comicios del 6 de octubre de 2007 había revolucionado el escenario político nacional y no ayudaba a calmar los ánimos el hecho de que Musharraf ostentara simultáneamente el cargo de presidente y el de jefe del Estado Mayor del Ejército.

Musharraf argumentó que el peligro islamista y la parálisis del Gobierno causada por las interferencias judiciales le habían obligado a tomar esa decisión. Se arrestó a abogados y jueces, se cerraron medios de comunicación y el ejército salió a las calles para reprimir las protestas.

Iftikhar Muhammad Chaudhry, máxima autoridad del Tribunal Supremo pakistaní, emitió una orden declarando la ilegalidad de la medida e instando al Ejército a no desobedecer órdenes ilegales. Chaudhry fue arrestado junto a otros seis jueces y relevado de su cargo.

Musharraf juró su cargo el 29 de noviembre y, una vez despejado su retorno al poder, prometió a los ciudadanos poner fin al estado de emergencia el 16 de diciembre de ese mismo año. Cumplió su palabra.

6. Boris Yeltsin, 1993, Rusia

El 21 de septiembre de 1993, cuatro años después de la caída del Muro de Berlín, el presidente ruso Boris Yeltsin ordenó la disolución del Congreso de los Diputados del Pueblo de la Federación de Rusia y del Soviet Supremo. Lo hizo sin disponer de la autoridad constitucional necesaria para ello, pero con el apoyo de las naciones occidentales y, muy especialmente, de EEUU.

Tanto el Congreso como el Soviet eran un obstáculo en el camino de las reformas aperturistas que Yeltsin intentaba llevar a cabo en Rusia. La resistencia de ambos organismos a su disolución condujo a Rusia al borde de una guerra civil. Oficialmente, murieron 187 ciudadanos, entre ellos muchos miembros del Congreso y del Soviet. Extraoficialmente, se habla de miles de muertos.

El conflicto acabó cuando el Ejército dio su apoyo al presidente y bombardeó la Casa Blanca, donde se refugiaban los rebeldes. El edificio es en la actualidad la sede central del Gobierno ruso y la residencia de su presidente.

Los rusos todavía debaten hoy acerca de quién llevaba razón en la crisis. Ni los rebeldes eran todos nostálgicos del comunismo ni el resultado de las reformas fue una democracia liberal al estilo occidental. Un cínico diría que Rusia está hoy lejos de ser una democracia plena, pero también que, al menos, no es un régimen socialista.

7. Emperador Palpatine, La guerra de las galaxias

La transición de Adolf Hitler de canciller democrático a dictador imperial es la obvia inspiración detrás del argumento de las entregas I, II y III de la saga de La guerra de las galaxias. En ellas, el senador Palpatine organiza en secreto una rebelión independentista contra la república que le sirve como excusa para exigir poderes plenos al Senado, ser nombrado Emperador y convertir la República en un Imperio Galáctico.

En una de las escenas más recordadas por los seguidores de la saga, la senadora Padmé Amidala ve como el senado aplaude con entusiasmo la conversión de la democracia en una dictadura y pronuncia una de las frases más recordadas del cine de las últimas décadas: "Así es como muere la libertad, con un estruendoso aplauso".

Cristian Campos

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