Hoy nos asombra recordar que las mujeres sólo llevan 75 años votando en España, es decir, participando como ciudadanas. Es interesante situar la evolución del reconocimiento legal de este derecho en el ámbito internacional. El primer país del mundo que reconoció el derecho al voto de las mujeres fue Nueva Zelanda en el año 1893, después Australia en 1902. Los primeros países europeos son los nórdicos, a principios de siglo. Inglaterra fue un poco más tardía, en 1928. En Estados Unidos, aunque ya en 1869 se reconocía en el Estado de Wyoming, hubo que esperar a 1920 para que la 19ª Enmienda de su Constitución reconociera el derecho a votar sin limitación por razón de sexo. Francia, hasta 1944 no reconoce el derecho de las mujeres a votar. Es increíble que el país de la Revolución Francesa, de la libertad, la igualdad y la fraternidad, no extendiera el sufragio universal a las mujeres hasta hace 62 años, y aún es más sorprendente el caso de Suiza, que no ha reconocido el derecho al sufragio femenino hasta 1971.
Esta situación sigue originando realidades absolutamente incoherentes. Hoy las mujeres todavía no votan en Arabia Saudí, Bután y Brunei, en Kuwait una ley va a establecer que voten por primera vez en el año 2007. En Líbano tienen un sistema opcional donde se vota o no según quiera el gobierno y en Omán no votan las mujeres y sólo lo hacen algunos hombres. Evidentemente, al mundo le faltan siglos y siglos de perspectiva desde el punto de vista de las mujeres, porque llevamos apenas cien años compartiendo el espacio público, el económico o el social hombres y mujeres.
El domingo pasado conmemoramos el 75 aniversario de un hito histórico: la consecución del voto y, por tanto, el pleno reconocimiento de los derechos políticos y civiles para las españolas.
Los hechos se desarrollaron el 1 de octubre de 1931. Clara Campoamor, diputada madrileña de extraordinaria visión política, militante feminista y líder política sólida e incansable, para la que los derechos de las mujeres eran un principio irrenunciable, por encima de los intereses de los partidos políticos, pronunció en el Congreso de los Diputados un discurso inteligente y comprometido, decisivo a la hora de obtener el reconocimiento de este derecho, con el que consiguió que más de la mitad de los diputados de todas las ideologías aceptaran que sería un error político y un error histórico dejar a la mujer al margen del derecho a ser ciudadana: del derecho a votar, argumentando que la única manera de madurar en el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar en ella. Consiguió transmitir el mensaje de que la libertad se aprende ejerciéndola y se enfrentó con enorme valentía, incluso a la opinión de la mayoría de sus compañeros de partido, lo que pagó con la marginación.
La inclusión del artículo 36 en la Constitución de la II República española se consiguió con 161 votos a favor, pertenecientes a parte de los diputados del Partido Socialista, todos los partidos de derechas, algunos diputados del Partido Radical, de corte republicano-conservador, como la misma Clara Campoamor, minorías republicanas, progresistas y catalanes. Hubo notables deserciones, como la de Indalecio Prieto, que se ausentó de la votación.
Votaron en contra 121 diputados pertenecientes a Acción Republicana y al Partido Radical Socialista, como Victoria Kent, porque consideraban que las mujeres no estaban preparadas para el ejercicio de este derecho. Llama la atención que de las dos únicas mujeres diputadas en las Cortes, votara a favor la perteneciente a un partido conservador, Clara Campoamor, y en contra, precisamente la de un partido de izquierdas.
El 1 de diciembre hubo un intento de involución, un diputado de Acción Republicana presentó un proyecto de disposición adicional a la Cámara con una propuesta de modificación para que las mujeres no votaran en las elecciones legislativas hasta que no lo hubieran hecho en dos elecciones municipales. La votación fue aún más ajustada: 131 votos en contra de la propuesta de disposición adicional, y 127 a favor. En esta sesión había una diputada más en la Cámara, Margarita Nelken, del Partido Socialista, que como Victoria Kent, no apoyó los argumentos de Campoamor. Felizmente no se modificó lo aprobado el 1 de octubre.
El siguiente hito histórico para las mujeres en nuestro país ha sido la aprobación de la Constitución de 1978. Las españolas y los españoles en treinta años de democracia, hemos recorrido un camino de igualdad que otros países han tardado en recorrer ochenta. Hemos hecho mucho en poco tiempo. Salvo los países nórdicos, que siguen yendo por delante, la situación general de la mujer en Europa es bastante parecida. Se han producido avances espectaculares. Ya en 2004, el número de mujeres con carrera universitaria en la Comunidad de Madrid superó al de hombres: 681.000 frente a 676.000.
En esta legislatura se han creado 339.000 nuevos empleos en nuestra Comunidad, y el 62 por ciento de ellos han sido ocupados por mujeres, esto significa que su tasa de ocupación ha aumentado en 7,68 puntos en este periodo, situándose en el 61,67 por ciento y superando en 1,67 puntos el objetivo del 60 por ciento fijado en la agenda de Lisboa para las mujeres por la Unión Europea para el año 2010. El 55 por ciento del descenso del paro femenino de toda España, desde octubre de 2003, se ha producido en la Comunidad de Madrid.
Nuestra Comunidad también es pionera en el acceso de las mujeres a los puestos de toma de decisión. Han hecho falta en España más de 100 elecciones democráticas para que una mujer, Esperanza Aguirre, haya sido elegida por los ciudadanos como presidenta de una Comunidad Autónoma.
Esta realidad social se debe a que aunque hace 75 años sólo había una Clara Campoamor, hoy hay muchas. Las mujeres no sólo consiguieron el derecho al voto y el acceso al ámbito de lo público, sino que hicieron el camino de la libertad y del derecho a decidir. Estamos construyendo una sociedad que sólo tendrá una democracia plena cuando se alcance la igualdad real en todos los ámbitos entre hombres y mujeres.
Juan José Güemes Barrios, consejero de Empleo y Mujer de la Comunidad de Madrid.