Por qué no soy progresista
Durante toda mi vida adulta me he identificado como progresista. Ser progresista significaba, para mí, creer en el empoderamiento. En 2002, cuando cofundé una organización ambientalista para defender las energías renovables, el símbolo que escogimos para representarnos fue Rosie, la remachadora, la imagen de una trabajadora industrial de la Segunda Guerra Mundial que presume de bíceps sobre las palabras “¡Podemos hacerlo!”. Cuando Barack Obama arrancó su campaña presidencial en 2008, pareció seguir la misma línea con su eslogan ¡Yes, We Can! (“¡Sí, podemos!”).
Pero hoy, la respuesta que envían los progresistas a la mayor parte de los problemas cotidianos es “no, no puedes”.… Seguir leyendo »