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For years I was frustrated, and a bit embarrassed, to admit that I didn’t much like the work of Günter Grass, the Nobel Prize-winning author who died Monday. He was, after all, Germany’s most acclaimed writer of the postwar era — not just our national poet, but for many Germans, our conscience. Yet he did not speak to me.

His novel “Crabwalk,” published in 2002, was the first book I felt I didn’t have to finish. I was angry with myself. I took pride in finishing every book I started, and here was a novel I should have found impossible not to like: It dealt with memory, and the Nazis; it used the metaphor of the crab’s gait to show how Germans had to go backward to turn forward, not only with regard to what they had done as Nazis but also what the war had done to those who weren’t Nazis — and to their children, to people like me.…  Seguir leyendo »

Oculta tu vida, dice Epicuro. Frase admirable, tan tentadora como enigmática. Es importante, y legítimo, poder organizar la imagen que de la vida de uno tengan los demás. Organizar requiere espacio, fecundar lo ideal, dejar crecer lo positivo, empequeñecer lo negativo, cuando no directamente taparlo, eludirlo, borrarlo. Pero en la vida nada se borra; a lo sumo, aquello que es vergonzante o terrible se oculta mediante una enorme arquitectura de engaños y mentiras. Esto, por otra parte, es más común de lo que parece. Todos, más o menos, maquillan su pasado, lo engrandecen o lo minimizan ante el temor de que lo juzguen sin matizaciones exculpatorias.…  Seguir leyendo »

Hace aproximadamente un año, la tan traída y llevada entrevista con Günter Grass en el Frankfurter Allgemeine Zeitung con motivo de la publicación de su libro de memorias, Pelando la cebolla, provocó un auténtico linchamiento mediático en Alemania y fuera de ella. Autoproclamados fiscales y jueces, limpios, claro está, de toda culpa y mancha, arremetieron contra el novelista por haber reconocido su breve alistamiento en la Waffen-SS en los meses que precedieron al derrumbe del Tercer Reich.

El abultado número de justicieros venidos de ámbitos muy diversos -algunos de ellos merecedores de todo mi respeto- me sorprendió. Aunque habituado a las maneras de los aleccionadores profesionales -prefiero la expresión francesa donneurs de leçons-, los argumentos empleados para descalificar a Grass, fustigando la ceguera e irreflexión de un muchacho de 17 o 18 años y la ocultación del episodio durante seis décadas, me parecieron injustos, marcados unos por una autosuficiencia de dómine y otros por una avidez carroñera.…  Seguir leyendo »

Hace unas semanas cayó en mis manos un sobre negro con el título Monografía de Grass. Contenía diez hojas en las que yo había tomado apuntes para una monografía sobre Günter Grass.

Supe de inmediato dónde y cuándo había sido: en el verano de 1963 en una casa de vacaciones de los suegros de Grass, en el Tesino. Entonces éramos muy amigos y, además, yo fui durante algunos años su editor. Aunque en aquel tiempo era ya un autor conocido y traducido a muchos idiomas, no existía todavía ninguna biografía. Así que me concedió varias entrevistas y tomé notas, pero sólo llegamos hasta 1953.…  Seguir leyendo »

Por Rreyes Mate, profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (EL PERIÓDICO, 13/09/06):

Las declaraciones de Günter Grass sobre su pasado nazi, aparecidas en la obra autobiográfica Pelando la cebolla, han provocado una escandalera desconcertante. Se escandalizan quienes habían admirado en él al fustigador incansable del pasado alemán y, por tanto, al crítico incondicional de toda ocultación nacionalsocialista. Pero también intervienen amigos y simpatizantes que no entienden que alguien se escandalice por una decisión "tomada con 17 años" (Saramago) o que actúe como si esto "fuese una rarísima excepción" (J. M. Ridao). Reacciones en cualquier caso "desmesuradas", viene a decir Vargas Llosa, colega y no precisamente amigo.…  Seguir leyendo »

Por Tahar Ben Jelloum, escritor. Premio Goncourt 1987. Traducción: Juan Gabriel López Guix (LA VANGUARDIA, 06/09/06):

Seguro que el premio Nobel de Literatura Günter Grass padece migrañas espantosas. Los dolores de cabeza suelen provenir muchas veces de un descontrol en la presión sanguínea. La sangre maltrata las arterias, y ello puede provocar dolores muy intensos. También ocurre que la migraña sea producto de una contrariedad psicológica. Acaba de ocurrirle a Günter Grass con un recuerdo oculto en el fondo de su mente y encerrado durante más de sesenta años que se le ha aparecido cuando escribía sus memorias. Por lo general, con la edad, el peligro es el alzheimer.…  Seguir leyendo »

Por Miguel Escudero y Blanca Álvarez, escritores (EL CORREO DIGITAL, 04/09/06):

Hace unos años, cuando la vida era en blanco o rojo y vivía en permanente estado de radicalidad, hube de enfrentarme a las lágrimas de un hombre a punto de jubilarse de la Guardia Civil. No lloraba por apego al cuerpo, su llanto resultaba más terrible al imaginarlo bajo un tricornio y lo resumió en una frase: «Tenía quince años, hijo de viuda pobre en una aldea perdida de Galicia; cruzar el océano con una maleta de cartón me daba vértigo. O eso, o entrar al servicio de la Guardia Civil, o morir de hambre.…  Seguir leyendo »

Por José María Ridao, diplomático (EL PAÍS, 03/09/06):

Salvar la obra y condenar al hombre: a grandes rasgos, ésa ha sido la postura dominante en el escándalo que ha desencadenado la tardía confesión de Günter Grass reconociendo su pertenencia juvenil a las SS. Y en la tarea de condenar al hombre no han faltado quienes consideran, por lo visto, que el hallazgo de un talón de Aquiles en el adversario político o intelectual autoriza a dar rienda suelta a las más bajas pasiones, porque permite disfrazarlas de rigor crítico, de lúcida independencia, incluso de insobornable virtud. El repertorio de argumentos vejatorios contra el autor de El tambor de hojalata ha ido, así, desde considerar que la revelación se inscribe en una bien orquestada campaña publicitaria para arropar la publicación de sus memorias, hasta la insinuación de que, en realidad, se trata de un intento de adelantar una versión edulcorada de su biografía para cerrar el paso a otros datos más comprometedores.…  Seguir leyendo »

Por Carlos Castilla del Pino, psiquiatra y escritor (EL PAÍS, 02/09/06):

Disiento de la opinión de Vargas Llosa, expuesta en su artículo Günter Grass, en la picota (EL PAÍS, 27 de agosto de 2006). Aunque pueda errar en mi interpretación, entiendo "las proporciones desmesuradas que ha tomado en el mundo la revelación, hecha por él mismo", de su alistamiento voluntario en la temible Waffen-SS, un secreto guardado por Günter Grass durante 60 años.

¿Por qué esta revelación ahora? Descarto la tan banal como maliciosa interpretación, hecha por algunos, de que Günter Grass busca la publicidad para sus memorias. Venderá más, sin duda, tras el escándalo, pero ese plus en las ventas, ¿justificaría razonablemente el escándalo de su declaración y, lo que es más grave, el deterioro -justificado desde mi punto de vista- de su imagen pública, naturalmente que no la de escritor en tanto tal, sino la de su yo moral -el superyó, para acogerme a un término freudiano que todos conocemos- de Alemania, con seudópodos también por fuera de ella?…  Seguir leyendo »

Por Fernando García de Cortazar, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto (ABC, 02/09/06):

QUIZÁ nunca como hoy, después de un siglo borracho de crímenes, tenga tanta razón Léon Bloy, que escribió: «Sólo hay una tristeza, y es la de no ser santos». Quizá nunca como hoy, que respiramos una atmósfera de afanes justicieros, hayan cobrado tanto relieve humano estas palabras.

La reciente confesión de Günter Grass es una viva prueba de ello. Una más de esa tristeza. De súbito, quien cogió el diccionario alemán por el gaznate, despojándolo de la falsedad de las viejas palabras y limpiándolo con las carcajadas y furia de su prosa, quien gritaba pidiendo justicia y verdad contra los seguidores de aquel iluminado de gesto histriónico e invitaba a los hijos a que se pusieran las gafas maravillosas de sus novelas para ver al padre y a la madre bajo una sugestiva luz parda, rompiendo escaparates, chillando como monas en celo, haciendo que asustados ancianos barriesen letrinas con sus canas...…  Seguir leyendo »

Por Mario Vargas Llosa, escritor (EL PAÍS, 27/08/06):

No entiendo las proporciones desmesuradas que ha tomado en el mundo la revelación, hecha por él mismo, de que Günter Grass sirvió unos meses, a los 17 años, en la Waffen-SS y de que ocultó 60 años la noticia, haciendo creer que había sido soldado en una batería antiaérea del Ejército regular alemán. Aquí, en Salzburgo, donde paso unos días, no se habla de otra cosa y los periodistas que la editorial Suhrkamp envía a entrevistarme apenas si me preguntan sobre mi última novela, recién publicada en Alemania, porque lo que les interesa es que comente "el escándalo Grass".…  Seguir leyendo »

Por Niall Ferguson, cátedra A. Tisch de Historia de la Universidad de Harvard (LA VANGUARDIA, 27/08/06):

¿Qué hiciste en la guerra, papá? Ésa es una pregunta que Gertrude Harris (de soltera, Farr) nunca pudo hacerle a su padre Harry. Sólo hacía siete días que había nacido cuando él se fue para luchar en la Primera Guerra Mundial. Tras dos años de combates en el frente occidental, fue condenado a muerte por "seguir un comportamiento inadecuado ante el enemigo y demostrar cobardía". Hace unos pocos días, sin embargo, el ministro de Defensa, Des Browne, decidió solicitar el perdón para Farr y los más de trescientos soldados que fueron ejecutados entre 1914 y 1918 por infringir la disciplina militar.…  Seguir leyendo »

Por Julián Rios, escritor (EL PAÍS, 26/08/06):

El escritor alemán Arno Schmidt (1914-1979) publicó en 1953 una novela, Momentos de la vida de un fauno, que describe precisamente, a fuerza de detalles reveladores, la vida cotidiana de Alemania durante la inmediata preguerra y la Segunda Guerra Mundial. El narrador, modesto funcionario que trata de sobrevivir en medio de la locura colectiva, es un testigo lúcido e impotente de la abyección nazi de cada día y de la creciente marea parda que va cubriéndolo todo y llega hasta su propio hogar. Su hijo adolescente no escapa al contagio de la propaganda virulenta y, con el ardor propio de su edad, se exalta ante los desfiles, las banderas desplegadas y la perspectiva de convertirse en héroe a los 17 años, apoyado por su madre, que se extasía ante sus galones y vibra también con los redobles del melodrama épico del Tercer Reich que acabará en drama a secas.…  Seguir leyendo »

Por Ariel Dorfman, escritor chileno (EL PAÍS, 24/08/06):

La primera vez que conocí a Günter Grass, nos peleamos furiosamente. Fue en marzo de 1975, si no recuerdo mal, que lo visité en su hogar cerca de Hamburgo, una amplia casa rural que daba a un río más plácido de lo que iba a ser, por cierto, nuestra relación tormentosa.

Al principio, todo anduvo sobre ruedas. Me había traído a ese lugar su gran amigo Freimut Duve, eminente editor, defensor de los derechos humanos y diputado alemán socialdemócrata por aquel distrito. Mientras Grass cocinaba una suculenta sopa de pescado -¡ya me habían advertido que era un gran cocinero!-,…  Seguir leyendo »

By John Berger, a novelist and critic (THE GUARDIAN, 21/08/06):

Without ethics man has no future. This is to say mankind without them cannot be itself. Ethics determine choices and actions and suggest difficult priorities. They have nothing to do, however, with judging the actions of others. Such judgments are the prerogative of (often self-proclaimed) moralists. In ethics there is a humility; moralists are usually righteous.These thoughts come to my mind as I read the macabre denunciations being levelled today against Günter Grass. About him as a man and about his great work as a writer, they totally miss the point, and might be dismissed as laughable, but, as an index of a certain recent moral climate in Europe, they are troubling.…  Seguir leyendo »

Por José Antonio Zarzalejos. Director de ABC (ABC, 20/08/06):

HA tenido razón Charlotte Knobloch, presidenta del Consejo Judío de Alemania, cuando suponía que la revelación de su pertenencia a las SS de Hitler ha sido una estratagema comercial de Günter Grass para promocionar su último libro, una autobiografía titulada «Pelando la cebolla». La obra, que iba a ser distribuida en septiembre, ha llegado a las librerías alemanas el pasado miércoles, de modo que, en medio de la polémica, ya se pueden leer las justificaciones del autor alemán, no tanto por su incorporación adolescente a la organización criminal dirigida por Himmler, sino por la tardanza -nada menos que de sesenta años- en asumir su propio pasado.…  Seguir leyendo »

By Daniel Kehlmann, the author of the forthcoming novel “Measuring the World.” This article was translated from the German by Ross Benjamin (THE NEW YORK TIMES, 20/08/06):

A DIDACTIC play attempts to explain what man must do to make the world better and life more rational; a tragedy shows that life will never be rational and the world will never be good. Long before Bertolt Brecht, German culture was enamored with parables about the triumph of reason. Yet man is a tragic being, irrational and divided within himself, and so it is an enthralling spectacle when a life charted as a didactic play unexpectedly reveals a tragic aspect.…  Seguir leyendo »

By Peter Gay, a professor emeritus of history at Yale, is the author of the forthcoming “Modernism: The Lure of Heresy.” (THE NEW YORK TIMES, 20/08/06):

INDIGNATION, it seems, is the most gratifying of all emotions. Nothing is quite so soothing as the feeling of superiority over sinners who have committed offenses that we are sure to be innocent of and that allow us to purse our lips in disdain: another giant with feet of clay!

I have been drawn to these sober reflections by the Günter Grass affair. So this scourge of hypocrites has shown himself a hypocrite, too!…  Seguir leyendo »

By Oliver Kamm (THE TIMES, 19/08/06):

"THIRTY-FIVE years after Auschwitz," wrote the novelist Günter Grass in 1979, “the problem confronting Germans is once more: what shall we tell our children?” The answer, in the case of his own war record, turns out to have been “an artfully filleted account”. Grass caused a storm this week after belatedly disclosing that in 1944 he had joined the Waffen SS.

Grass is a significant writer, best known for his novels depicting the effects of Nazism on individual lives. His Danzig trilogy, starting with The Tin Drum (1959), secured his reputation. With the novelists Heinrich Böll and Uwe Johnson, he represented a German cultural rebirth, escaping the mediocrity of the early postwar years and reflecting caustically but subtly on the country’s recent past.…  Seguir leyendo »

By John Irving (THE GUARDIAN, 19/08/06):

How do I feel about what Kurt Vonnegut would describe as a "shit storm" of nationalist babbling in the German media, in the wake of my friend Günter Grass's revelation that he was drafted into the Waffen SS at the age of 17? From what I have read of the editorials, and the lofty remarks of my fellow writers, critics, and journalists of various political persuasions, there has been a predictably sanctimonious dismantling of Grass's life and work from the oh so cowardly standpoint of hindsight, from which so many so-called intellectuals safely take aim at their targets.…  Seguir leyendo »