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Hubo una vez una teoría constitucional que defendía que los parlamentarios representaban al conjunto de la nación, no a la circunscripción por la que habían sido elegidos. Como dijo de forma rotunda la Constitución de Cádiz de 1812: "Las Cortes son la reunión de todos los diputados que representan a la Nación, nombrados por los ciudadanos".

Tras esta primera Constitución Española, todas las demás han hecho una afirmación similar, incluida la republicana de 1931 y la monárquica de 1978. De estas afirmaciones, nunca llevadas al extremo al que llegó la Revolución francesa de "una nación, una ley y una lengua", se han extraído conclusiones indiscutibles durante mucho tiempo.…  Seguir leyendo »

Hace pocos días se refería Luis María Cazorla en esta misma página de ABC al «rampante desprecio al Derecho» que empieza a cobrar cuerpo en la sociedad y política españolas. Nadie puede negar que la Legislatura que ahora concluye ha sido prolífica en tensión política, con algunos supuestos que han ido degradando de manera significativa el diseño institucional de la Constitución.

En particular, los poderes legislativo y judicial se han visto sometidos a una presión inaceptable por parte del ejecutivo. En lo que toca a las Cortes Generales, el ejercicio de las facultades que les otorga el artículo 66.2 de la Constitución ha quedado comprometido durante estos años.…  Seguir leyendo »

Las leyes se han convertido en esta XIV legislatura en unos productos marchitos, al tiempo maquillaje de urgencias caprichosas y mortaja de la sindéresis. Componen un espeso bosque donde es difícil ver la luz de la coherencia y el regazo de la seguridad. Son pantanos del desorden, habitáculos del embrollo y, lo que es peor, lazos para los incautos.

Malas prácticas han existido siempre, pero la naturaleza y la intensidad de los despropósitos actuales tienen la vitola de la novedad y aun de la extravagancia.

Hablamos de las leyes pero, desde ellas, se ha pervertido el resto del ordenamiento jurídico de tal manera que las fuentes del Derecho, esas que los profesores hemos explicado morosamente a nuestros alumnos durante decenios, hoy puede decirse que expelen aguas contaminadas.…  Seguir leyendo »

En los últimos años los españoles hemos tenido que sufrir unos legisladores sumamente malos. No malos en el sentido moral (que también, de acuerdo con nuestra historia, nuestra cultura y nuestra tradición de siglos), sino sobre todo malos en la acepción de pésima calidad. Son unos legisladores afectados por una dramática ignorancia de los mínimos rudimentos del derecho, a los que en muchos casos añaden una ignorancia parecida en cuestiones elementales de geografía, ciencias naturales, física, historia y otras materias de pura cultura general de nivel de instrucción primaria, a los que hay que añadir defectos serios de prosodia, ortografía, sintaxis, concordancia y hasta de las cuatro reglas, que no es exagerado que más de algunos de estos legisladores que nos afligen merezcan el calificativo de analfabetos funcionales.…  Seguir leyendo »

¡Habla poco!

Existe una leyenda, que solo los más sabios recuerdan, según la cual un dios mesopotámico hizo llamar al rey de Babilonia y le encargó dictar una ley. A fin de guiarle en esta labor, le ofreció el siguiente consejo: «¡Sé justo! ¡Habla poco, habla claro, habla cierto, habla bien y habla bello!». Nuestro legislador, por desgracia, nunca ha recibido tal consejo o, si lo ha hecho, lo ha olvidado o ignorado.

Basta con asomarse a las páginas de cualquier diario oficial para darse cuenta de que el legislador habla mucho. El número de normas y su extensión no ha dejado de crecer en el último siglo (se estima que hoy están vigentes en España más de 100.000 normas).…  Seguir leyendo »

Llevo muchos años trabajando con políticos y con sus partidos, más que suficientes como para saber que, a la hora de legislar, absolutamente nada se hace por casualidad y que las leyes malas lo son porque el legislador ha buscado que lo fueran en aras de un dudoso, oculto y espurio beneficio.

Así, y a pesar de que desde numerosos foros se ha reclamado en innumerables ocasiones que los políticos deberían responsabilizarse y responder incluso con sus bienes de manera personal, cuando toman decisiones equivocadas y contrarias a informes de servicios jurídicos o técnicos, una de las respuestas de nuestro Gobierno ha sido reducir el delito de malversación, que no es otra cosa que el robo de dinero público por parte de un político o funcionario.…  Seguir leyendo »

Los evidentes extravíos y errores técnicos que habremos de padecer a causa de los últimos disparates legislativos del gobierno y sus mariachis, las llamadas ley trans, ley de protección animal, ley del solo sí es sí, improvisaciones fiscales y un variopinto etcétera, puede que tengan la virtud de hacer que muchos caigan en que esta vesania legislativa implique la peor de las corrupciones de la democracia, pero puede que nos impida ver que el verdadero riesgo civil no está en que haya varias leyes insoportables y absurdas, sino en que vivimos ahogados en un mar de leyes innecesarias: baste recordar que nuestro BOE supera con generosidad las decenas de miles de páginas al año, sin contar con el número equivalente de hojas de sus hermanos menores en CCAA, diputaciones, ayuntamientos  y otros entes con una capacidad regulatoria inabarcable.…  Seguir leyendo »

Afirmar que la técnica normativa, es decir, el conjunto coherente de técnicas, instrumentos y herramientas que se siguen en el proceso de elaboración de una norma y cómo se expresa ésta –la norma es esencialmente lenguaje– está en crisis en nuestro Estado no es algo novedoso. Quizás la técnica normativa nunca ha dejado de estarlo, como tampoco la propia democracia representativa en el marco de la cual surge dicha técnica como proceso jurídico-racional de plasmación de la voluntad del pueblo en textos legales. Mantener que tiempos pasados parlamentarios y normativos fueron mejores, con reivindicación, por ejemplo, del parlamento liberal del siglo XIX o del que precedió a nuestra Guerra Civil, son meros ensueños, como magistralmente ha descrito el profesor Astarloa.…  Seguir leyendo »

Desde hace ya unos cuantos años, la ley presenta, cada vez con más frecuencia, características distintas -incluso, en no pocas ocasiones, antagónicas- a las que, según el concepto clásico, ha de reunir para poder ser reconocida como tal.

La ley como norma superior del ordenamiento jurídico, que todo lo puede -de ahí su supremacía e imperio-, de carácter abstracto y general -al servicio de garantizar la igualdad-, que dota al mismo de certeza y seguridad jurídica, y que sólo a los representantes del pueblo corresponde dictar -«poniendo así a la ley por encima del hombre», por utilizar ahora la formulación roussoniana-, se está resquebrajando a marchas forzadas.…  Seguir leyendo »

Leyes de mentirijillas

Tras dejarse querer un rato el comisario Brunetti contesta a la pregunta sobre si determinado acto va contra la ley: “Estás haciendo algo que la ley, dicho de modo sencillo, no aprueba. Pero tampoco estás infringiéndola”. Se dio cuenta que sonaba absurdo por lo que la réplica de su hija fue un aguijonazo: “¿Es una ley de verdad o una de mentirijillas?”, o sea hay que cumplirla “¿o es una ley a la que nadie hace caso?”.

Las normas de mentirijillas son las caracterizadas más por su correcta estética que por su imperatividad. Lo ejemplifica Donna Leon, en su novela 25ª de la serie, Las aguas de la eterna juventud, de esta forma: “En el caso de la gente a la que arrestan por robo o violencia, los llevan a la quaestura, los acusan del delito correspondiente, avisan a aquellos que fuesen extranjeros que deben abandonar el país antes de un número de días y después los sueltan.…  Seguir leyendo »

Dejen de legislar

Lo escribía ya hace años el implacable realista que es Giovanni Sartori: el Estado de derecho no es el Estado que crea a su albedrío y sin cesar un nuevo derecho, sino un Estado en el que el ejercicio del poder está limitado por vínculos jurídicos precisos y estables. De ello se desprende que la gigantesca burbuja de la praxis contemporánea de “gobernar legislando” está vaciando el Estado de derecho, convirtiéndolo en un gobierno de los hombres aunque sea en nombre de la ley. La vorágine normativa en que se ha convertido la actividad de gobernar ha devaluado hasta límites insospechados la calidad del Estado de derecho, que ya no funciona como límite al poder precisamente porque el exceso de derecho provoca su inoperatividad real.…  Seguir leyendo »