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Tal y como está regulado el Senado en nuestra Constitución es un engendro que ha condicionado su existencia hasta nuestros días, momento en que muchos consideran que debe reformarse o desaparecer.

La razón de este evidente error se debe a que los constituyentes cuando lo concibieron como Cámara Alta de nuestro régimen parlamentario, pusieron la carreta delante de los bueyes. Dicho de otra manera, el Senado, en un sistema descentralizado territorialmente, como era el que deseaban los autores de la Constitución, tenía que ser el espejo en el que se reflejase el diseño final del llamado Estado de las Autonomías. Pero el Título VIII no estableció ningún modelo definitivo, sino simplemente las vías procesales para que los diversos territorios de España pudiesen acceder a la autonomía.…  Seguir leyendo »