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“Terminé la capacitación un viernes y el lunes ya estaba firmando contrato”, dice María Rocío Cortés Medina, una joven de 22 años desplazada por la violencia en Colombia, sobre su primer empleo formal: agente en un call center en Cali. “No solo gano más, sino que ahora puedo compartir con mi hijo los fines de semana”, agrega.

Antes de conseguir ese trabajo en la cooperativa Coomeva, donde ya lleva más de año y medio, María Rocío laboraba de lunes a domingo como manicurista sin ingreso fijo; un fiel reflejo de casi el 50 % de colombianos que trabajan en la informalidad.…  Seguir leyendo »