Buscador avanzado

Nota: la búsqueda puede tardar más de 30 segundos.

En la primavera de 1974, Roland Barthes viaja a la China de Mao con un pequeño grupo de sus amigos de la revista Tel Quel: los escritores Philippe Sollers, Julia Kristeva y Marcelin Pleynet, todos maoístas fanáticos. En 1974, Barthes tiene 59 años. Su estado de ánimo no es bueno: tiene migrañas, duerme mal, sufre ataques de pánico. En China nada le llama la atención: la ópera le aburre, el paisaje le recuerda las interminables llanuras de la Francia central y las supuestas conquistas de la revolución le traen sin cuidado. Un día, en Shanghai, una multitud sigue a Barthes y a su grupo por los muelles: nadie ha visto por allí a un europeo en los últimos veinte años.…  Seguir leyendo »

La batalla de un hombre solo

En los años setenta tuvo lugar un extraordinario fenómeno de confusión política y delirio intelectual que llevó a un sector importante de la inteligencia francesa a apoyar y mitificar a Mao y a su “revolución cultural” al mismo tiempo que, en China, los guardias rojos hacían pasar por las horcas caudinas a profesores, investigadores, científicos, artistas, periodistas, escritores, promotores culturales, buen número de los cuales, luego de autocríticas arrancadas con torturas, se suicidaron o fueron asesinados. En el clima de exacerbación histérica que, alentada por Mao, recorrió China, se destruyeron obras de arte y monumentos históricos, se cometieron atropellos inicuos contra supuestos traidores y contrarrevolucionarios y la milenaria sociedad experimentó una orgía de violencia e histeria colectiva de la que resultaron cerca de 20 millones de muertos.…  Seguir leyendo »