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Un seguidor de la selección argentina de fútbol en el preludio del partido entre Argentina y Croacia, el 21 de junio de 2018, durante el Mundial de Rusia Credit Matthew Childs/Reuters

No falla: cada vez que escribo en estas pantallas sobre la Argentina, amables compatriotas se encargan de recordarme por qué no vivo allí. Lo hacen ejerciendo una de sus habilidades más reconocidas: el insulto, la violencia verbal, la “patoteada”.

El insulto argentino es una artesanía de punta, un bien de exportación global: en el Mundial pasado, por ejemplo, medios de muchos países escribieron sobre él y dos publicistas madrileños generaron una página web –Insultá como un argentino– para celebrarlo y reproducirlo. Así que no debo preocuparme: seré bien servido. Los insultos que me dedican mis compatriotas son variados, altisonantes, imaginativos pero, a fin de cuentas, se concentran en dos líneas principales.…  Seguir leyendo »