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La psicóloga María Clara Benítez en su casa, donde atiende a pacientes en línea durante el confinamiento por coronavirus en Buenos Aires, Argentina, el 20 de julio de 2020. (Natacha Pisarenko/AP Photo)

Volvamos un segundo a cualquier noche de mayo. La del 10, por ejemplo, un domingo de soledad lunar en Buenos Aires. Bajo los reflectores, la Avenida General Paz —una autopista normalmente abarrotada que marca el límite entre la ciudad y la provincia— era un desierto color grafito. Hasta ese momento, las autoridades argentinas reportaban 6,034 contagios y 305 muertes por COVID-19. El confinamiento ya pesaba, pero el acatamiento de la cuarentena era altísimo, y con las cifras sanitarias bajo control —en contraste con los estallidos de otras partes del mundo—, pocos cuestionaban su pertinencia.

Era el tiempo en que el presidente Alberto Fernández proyectaba filminas acerca de cómo el país había contenido la propagación del virus gracias a la rapidez de las medidas de restricción.…  Seguir leyendo »

Cuando la Organización Mundial de la Salud definió al brote de coronavirus como una pandemia, la Argentina ya encadenaba dos años consecutivos de caída de su economía y había declarado tan solo tres meses antes, en diciembre de 2019, una emergencia pública “en materia económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, energética, sanitaria y social”. Debido al brote y la magnitud de la crisis, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, llegó a comparar la economía argentina con un paciente de riesgo ante el COVID-19. La inédita situación de salud del mundo embistió al país casi sin aire.

Esto no es nuevo.…  Seguir leyendo »

Al centro, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, el 16 de abril. Credit Agustin Marcarian/Reuters

Fue una linda imagen mientras duró. Pero duró poco. La “grieta” política que suele dividir a la Argentina pareció desaparecer ante el avance del coronavirus. Pero fue cuestión de que se presentara una oportunidad para que resurgiera con fuerza. Y acaso eso sea lo mejor para el país: ante la falta de instituciones de vigilancia, el encono de los ciudadanos podría ser lo necesario para oponer resistencia a los excesos del poder.

El término de “la grieta” se acuñó hace unos años para explicar la distancia que separaba a millones de argentinos. Comenzó para distinguir a quienes estaban a favor o en contra del kirchnerismo, pero con el correr del tiempo se expandió a algo más profundo, más ideológico, más inasible, pero presente: se traduce en disenso.…  Seguir leyendo »