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El 23 de marzo el BOE publicó la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) del ministro Joan Subirats. Esta ley es singular en muchos aspectos, extensión incluida: desde la ley de Claudio Moyano de Instrucción Pública (1857), que sólo ocupaba tres páginas de la entonces Gaceta de Madrid, ninguna de las leyes importantes sobre la universidad española, incluidas la Ley General de Educación de Villar Palasí (1970), la gran Ley de Reforma Universitaria (LRU) de José Mª Maravall (1983) y posteriores, ha superado la veintena de páginas. La LOSU, por el contrario, tiene 73; no sorprende que el propio Ministerio de Universidades haya publicado -y sólo sobre 'gobernanza' y la carrera académica- una especie de guía para perplejos de 22.…  Seguir leyendo »

Si me pidieran que señalara un punto de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) que mejore la universidad en España, no sería capaz de dar una respuesta después de haber estudiado las diferentes versiones de la norma.

Frente a la visión optimista de algunos medios de comunicación sobre el impacto positivo que tendrá la contratación por la vía laboral, la posibilidad de que el rector no tenga la condición de funcionario, la estabilización de los profesores asociados o que las agencias regionales de evaluación puedan otorgar la acreditación necesaria para acceder a los cuerpos docentes universitarios, la pregunta que habría que hacerse es si estas supuestas mejoras resuelven los problemas de la universidad del siglo XXI.…  Seguir leyendo »

El engaño de la Universidad

La saga 'Fundación' es sin duda una de las joyas de la ciencia ficción del siglo XX. Escrita por Isaac Asimov a lo largo de cuatro décadas, integra un universo en decadencia cuya única salvación proviene de la ciencia. Su relevancia radica en ser una de las primeras series de libros donde una base científica (Asimov era profesor de Química en la Universidad de Boston) sirve de estructura a un relato de ficción. Algunas de sus frases siguen siendo testamento de la clarividencia del autor ruso-americano. Entre todas ellas, mi favorita reza: «Cualquier tonto puede detectar una crisis cuando llega. El verdadero servicio al Estado es detectarla en el embrión».…  Seguir leyendo »

Ley de Universidades: de mal en peor

El Ministro de Universidades justifica su nueva ley en que «la anterior tiene ya más de 21 años». Al parecer piensa, contra la opinión de los especialistas, que las Universidades requieren dosis periódicas de regulación estatal. No es así, pero menos aún necesitan regulación del tipo que nos propone. En realidad, las deficiencias de esta ley son tan numerosas y variadas que no tenemos aquí espacio ni tan siquiera para enumerarlas. Vamos a concentrarnos en las que nos parecen más graves.

Empecemos preguntando cuál debe ser el papel de la universidad en una sociedad moderna, abierta y competitiva internacionalmente. De ella se espera que sea capaz de formar individuos con una sólida base teórica y práctica, curiosidad intelectual, y espíritu innovador y emprendedor.…  Seguir leyendo »

Un responsable de la reforma universitaria propuso afinar la elección de los rectores para garantizar que fueran personas capaces, incentivar a los profesores para evitar su desmotivación, contratar especialistas de prestigio y garantizar que los claustros y las universidades cumplieran su misión principal: la dedicación al estudio. Esto ocurrió hace quinientos años, en tiempos de la reina Juana, y lo relataba en sus escritos un brillante historiador de la Universidad de Salamanca, don Manuel Fernández Álvarez.

Más sentido demostraban los reformadores de entonces que los cargos ministeriales de hoy en estos asuntos. Lejos estaban de verse influenciados por las enmiendas de los independentistas, de atender a las manías particulares de grupos alejados del interés general, de mirar para otro lado y de no corregir las desviaciones del canon europeo.…  Seguir leyendo »

Se conoce ya el borrador de la nueva Ley Orgánica de Universidades y del Estatuto del PDI que, en nuestra opinión, contiene serios errores conceptuales. Para empezar, soslaya que las universidades, y especialmente las públicas, son un servicio público. Y que ese público al que deben servir está constituido en primer lugar por los estudiantes y por el conjunto de la sociedad que las financia, a cuyo progreso intelectual y bienestar social y económico deben contribuir. Sólo mucho después pueden aparecer los dos estamentos que, junto con los estudiantes, configuran la universidad: el Personal Docente e Investigador (PDI) y el Personal de Administración y Servicios (PAS).…  Seguir leyendo »