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El ejemplo y, sobre todo, el sentido de patronazgo de Isabel I, reina de Castilla (1451-1504), produjo un fuerte impacto que conmovió el ámbito social de su tiempo, de modo particular el femenino, gracias a la atención y al modelo personal de la Reina, que procuró extraerlas del peso de ser ignorantes para poder ser virtuosas. Muchas mujeres intelectuales que adornaron con sus saberes y sus conocimientos la Corte fueron modernas y brillantes figuras, que encontraron la comprensión, ayuda y empuje incondicionales característicos de Isabel I, en la que siempre encontraron el apoyo para superar el terror, acaso por timidez y miedo, a llegar al final del impulso vocacional, sin temer la crítica social.…  Seguir leyendo »

Tres días después de aquella madrugada del 18 de febrero de 1915, Antonio Machado relataba en extraordinario verso cómo se fue el maestro...

«¿Murió?... Sólo sabemos

que se fue por una senda clara,

diciéndonos: Hacedme,

un duelo de labores y esperanzas,

sed buenos y no más...».

Hoy se cumplen 100 años desde que nos dejó Francisco Giner de los Ríos, Don Francisco, como por merecido respeto -sin más connotaciones- le trataban todos. El maestro de maestros, el pedagogo por excelencia de la España contemporánea. Aunque hoy no parece fácil, ojalá, no tardemos en volver a leer en un diario de referencia internacional un texto tan elogioso -y extenso-, relacionado con la educación en España, como el que The Times insertó en sus páginas hace 120 años para hablar de Giner de los Ríos y su proyecto educativo por excelencia, la Institución Libre de Enseñanza creada en Madrid en 1876.…  Seguir leyendo »

Cuenta Fernando de los Ríos, en su texto "Escuela y despensa (homenaje a Costa)" recogido en sus Escritos breves, que una noche de 1910, durante una cena con su tío Giner y el discípulo de éste Joaquín Costa fue testigo, a propósito de una poesía que describía la España del siglo XVII, del siguiente diálogo entre ellos:

- Giner -le dijo Costa a don Francisco -, esa es España.

Y Giner le contestó:

- No Joaquín, así fue España. España es ya otra.

- Giner, hace falta un hombre.

- Joaquín, lo que se necesita es un pueblo.

La búsqueda de ese pueblo lleva a Giner a crearlo, o a recrearlo.…  Seguir leyendo »

"Es muy difícil acostumbrarse a carecer del calor de aquella llama viva”. Así escribía José Castillejo, alma de la Junta para Ampliación de Estudios, el 20 de febrero de 1915 tras haber acompañado al cementerio civil de Madrid los restos de don Francisco Giner de los Ríos en un sudario blanco y rodeados de romero, cantueso y mejorana del Pardo, sus pequeñas amigas del monte. Una consternación profunda se apoderó de todos. De los de siempre (Azcárate, Cossio, Rubio, Jiménez Frau), pero también de los grandes del 98, como Azorín, Unamuno o Machado, y de los jóvenes europeístas del 14, como Ortega, Azaña o Fernando de los Ríos.…  Seguir leyendo »

En el centenario de Giner de los Ríos

Se cumplen ahora cien años del fallecimiento de don Francisco Giner de los Ríos (1839-1915). Impresiona contemplar la energía transformadora que el ilustre rondeño logró proyectar en la vida intelectual española. Admira ver como la genuina reacción en pro de la libertad de la ciencia, tan presente a la sazón en el panorama intelectual la teoría del evolucionismo, que tanto horror produjo en los biempensantes, ocasionó la decidida respuesta frente al Real Decreto y a la Circular del ministro Orovio que publicaba la «Gaceta de Madrid» el 26 de febrero de 1875, decreto que amordazaba la «libertad de cátedra» y que daría lugar a la «segunda cuestión universitaria», con su secuela de actuaciones represivas.…  Seguir leyendo »

El historiador británico Tony Judt murió en agosto de 2010. Tenía 62 años y padecía la variante más inusual y maligna de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad muscular degenerativa que le fue diagnosticada en 2008 y en la que, según escribió con dramática lucidez el propio Judt, «uno tiene la oportunidad de contemplar, a su conveniencia y sin molestia alguna, el catastrófico progreso de su propio deterioro».

Pocos meses antes de su muerte, incapacitado ya para moverse y con enormes dificultades para hablar, tragar, e incluso respirar, Judt descubrió la forma de superar la angustia de unas noches interminables en las que, abandonado a su soledad, estaba condenado a la más absoluta y cruel inmovilidad: hacer uso de la única facultad que aún le quedaba intacta, la de pensar, y permitir que su memoria deambulara por los recuerdos de su primera infancia, de sus años de colegio, de su vida en Cambridge o de sus veranos en los kibutzim israelíes, para, a la mañana siguiente, dictar los pensamientos almacenados en su cerebro durante la noche.…  Seguir leyendo »