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La película más bonita de la Historia

Arrancaba la primavera romana de 1944, con la ciudad todavía ocupada por los nazis, cuando se presentó en el rodaje un monseñor de 47 años. Porte distinguido, caminar dubitativo, distintivas orejas de soplillo. La variopinta troupe lo tomó por un extra más, algo nada raro en una película religiosa que llegó a contar con dos mil figurantes (todos innecesarios, por cierto). Pero el director, de 42 años, un vitalista listo como el aire, supo al instante que aquel era un cura de verdad, y para más señas, el mismísimo supervisor de su película, sufragada por Orbis, la productora del Centro Católico Cinematográfico.…  Seguir leyendo »