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Durante la crisis epidémica, personas de mi considerable edad se han sentido profundamente humilladas con las brutales medidas de arresto domiciliario tomadas en sede parlamentaria por pueril asamblea de indoctos (dicen que avalados científicamente). Tan mezquinos son que más de uno quiere multar al expresidente Rajoy, al haber roto ejemplarmente, con cívica madurez, el aborrecido y nefasto confinamiento cuando lo que merece es ser homenajeado en España entera por los bien nacidos.

En cualquier epidemia, una sociedad democráticamente madura -libre de supersticiones y terrores infantiles que reclaman la protección asfixiante y liberticida del Estado- aun siendo intervencionista y amparadora de los desprotegidos antepone y estimula la responsabilidad personal.…  Seguir leyendo »