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Sostiene Fernando Savater que «entre las muchas definiciones de democracia hay una que me gusta más que otras: es el régimen político en el que la culpa de lo que pasa la tienen los ciudadanos». En efecto, la culpa de la catástrofe que amenaza en la actualidad a España la tienen los ciudadanos, y no la incompetencia que diariamente, desde hace casi cinco meses, demuestran cada uno de los ministros, empezando por el presidente del Gobierno del PSOE y por el presidente del Gobierno de Podemos, de lo cual se deduce que es mejor tener un solo presidente que dos, porque en este caso los errores se multiplican doblemente.…  Seguir leyendo »

Asegurarse la impunidad del rebaño

El escritor Stefan Zweig, errante apátrida tras desmembrarse el imperio austrohúngaro, describió como nadie, en medio de la devastación, que no había posesión más deseable que el sentimiento de seguridad. Reparó en ello al observar cómo fenecía aquel «mundo de ayer» arrastrando con él a aquel ideal común de vida. Es difícil no tener esa percepción al comprobar como el bifronte Gobierno socialcomunista que copresiden Sánchez e Iglesias instrumentaliza la lucha contra el Covid-19 para acelerar sus planes liberticidas y depauperar la economía de un país cuyas fuentes de riqueza ciegan como quien siembra los campos de sal.

En estos meses de pandemia, todo lo que tocan lo pudren.…  Seguir leyendo »

Sánchez y el flautista Iglesias

Al cabo de cien días de nefanda gestión del Gobierno socialcomunista, cabe poner del revés el merecido elogio de Churchill a los heroicos aviadores que libraron la Batalla de Inglaterra frente a la Alemania de Hitler y concluir que nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos en tan poco tiempo al supeditar la salud de los españoles a sus postulados ideológicos. Primero, desatendieron 40 días las advertencias sobre el letal Covid-19, lo que favoreció su masiva propagación y dejó inerme al sistema de salud convirtiendo a España en el lugar del mundo con mayor tasa de fallecidos y de sanitarios infectados.…  Seguir leyendo »

Ambición de césar en una España confinada

Con gran carga de ironía, el disidente soviético Vladimir Bukovsky, 12 años en campos de trabajo y prisiones psiquiátricas por defender los derechos humanos en la URSS, refería que cuando la prensa soviética daba cuenta del hallazgo de algún alimento perjudicial para la salud sus compatriotas colegían que lo que se les anunciaba es que pasaba a ser racionado por la incompetencia para obtenerlo. Tan interiorizada estaba la mentira oficial que hasta Gorbachov persuadía a Margaret Thatcher de que los rusos eran tan difíciles de complacer que, disponiendo de un pan mejor, se empecinaban en comer uno bastante peor con algo de sal.…  Seguir leyendo »

En el desgarramiento terrible producido por el coronavirus, habría que distinguir dos conceptos. Uno, el de su «inabarcabilidad»: todos los países se han visto sobrepasados por una patogenicidad inesperada; y el otro, el de su responsabilidad gradual: no es lo mismo que escaseen los respiradores que ser cooperadores necesarios con la expansión de la epidemia.

Sánchez accedió al Gobierno de aquella manera y con cada engaño se ha ido desvirtuando un poco más. Paradójicamente, cuánto más controla los medios, más nos traslada su agobiante certidumbre de que solo sabe resistir. En esta crisis ha protegido sus responsabilidades, a modo de coartada, compartiéndolas con la autoridad sanitaria cuando no debería ser así.…  Seguir leyendo »

El padrecito Stalin, con 20 millones de víctimas sobre su conciencia, sentenció cínicamente que, mientras que una muerte es una tragedia, un millón es estadística. El sucesor de Lenin olvidaba que ese millón de cadáveres encerraba un millón de tragedias, como apostilla el gran escritor británico Martin Amis en su estremecedor Koba, El Terrible, donde recrimina la complicidad de la izquierda totalitaria –entre ellos, su padre– con las atrocidades del sátrapa. Atendiendo a la dolorosa invisibilidad de los casi 12.000 fallecidos oficialmente en España por el coronavirus, recobra lúgubre vigencia el aforismo estalinista. Más cuando las víctimas de la pandemia agonizan en soledad y en soledad son sepultados envueltos en una mortaja de ausencia bajo el mármol frío del Registro.…  Seguir leyendo »

Si un virus se propaga a través de gotículas respiratorias expulsadas por la nariz y la boca no parece aventurado suponer que cualquier protección facial será de utilidad para contener el contagio, en la doble vertiente de la salvaguarda personal y de evitar que un portador de la enfermedad contamine a un individuo sano. De hecho, la adecuada dotación de mascarillas (cubrebocas o barbijos, como se dice en los países hispanoamericanos) y otros equipos de autopreservación ha sido en los momentos álgidos de la emergencia la reclamación más candente de los profesionales sanitarios, conscientes del peligro al que los somete el permanente contacto con pacientes infectados.…  Seguir leyendo »

LA Constitución, como es notorio, proclama entre los derechos fundamentales el que tiene por objeto la «reunión pacífica y sin armas», es decir, el de manifestarse, o sea, salir a la calle -que es de todos- para quejarse de algo, casi siempre tal o cual hazaña de los políticos que nos ha tocado sufrir. Pero hay que avisar con antelación de diez días al gestor de la calle -en casi toda España, las Delegaciones del Gobierno- para que vistas las circunstancias concurrentes -de qué se quieren quejar en concreto y quiénes-, ese gestor pueda evaluar las consecuencias para el orden público y al cabo prohibir o autorizar.…  Seguir leyendo »