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En el año 430 a.C., Atenas fue asolada por la peste. Si su recuerdo ha permanecido en la memoria a través de los siglos es porque Tucídides nos dejó su impresionante crónica en el libro II de la Guerra del Peloponeso. Vivió directamente la peste e incluso sufrió su contagio. Y decidió contárnoslo a las generaciones futuras (II 48.3): “Yo, por mi parte -dijo-, describiré cómo se presentaba; y los síntomas con cuya observación, en el caso de que un día sobreviniera de nuevo, se estaría en las mejores condiciones para no errar en el diagnóstico”.

Pero la historia para él era terapia social y por eso, además de registrar los síntomas de la enfermedad, con sus descripciones gráficas del comportamiento humano quiso resaltar que se trataba también de una enfermedad moral (Jongrigg, James.…  Seguir leyendo »