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En el marco de las respectivas políticas externas de Portugal y España podemos observar claramente –siguiendo las pistas teóricas de K.J. Holsti– que las orientaciones y desempeños de cada uno de los países se distinguen en la medida en que coinciden o no, sus objetivos. Recordemos que “durante siglos, de espaldas, donde estaba España, Portugal no estaba”. Estas divergencias, está claro, se proyectan en el espacio que nos ocupa.

En la península, cualquier intento o pretensión hegemónica por parte de España en relación a Portugal generó “naturales” desconfianzas y recelos de éste último en relación al primero. De la misma forma, España intentó combatir siempre –desde una lógica más preventiva que defensiva‒ el posible contagio de una situación de caos o de inestabilidad política, ambas asociadas a la adopción por parte de Portugal de algún modelo político o ideológico contrario al suyo.…  Seguir leyendo »