Mi odiado camarada
La máxima inquina la reservan los comunistas a los anarquistas. Les molesta desde su chulería a su libertad, individual y colectiva. De ahí que su política con ellos sea muy simple: aniquilarlos, como hicieron con el POUM durante la guerra civil española e hizo Stalin con todos sus agentes al regresar, temeroso de que se hubieran contagiado del virus español. Con los socialistas, en cambio, sienten algo muy distinto: rivalidad, antagonismo, odio incluso si son socialdemócratas al considerarles «lacayos del capitalismo». Con buenas razones: se disputan el mismo electorado, la clase trabajadora, y comparten símbolos -la bandera roja, el puño en alto-, profetas -Marx, Engels, Lenin-, principios -el materialismo histórico, las contradicciones del capitalismo-, e incluso el nombre: no olvidemos que el primer Estado marxista-leninista se llamaba Unión de Republicas Socialistas Soviéticas, no «Comunistas».… Seguir leyendo »