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La impunidad del general Pinochet queda establecida para siempre en términos históricos. El fallecimiento del imputado en una causa penal produce su sobreseimiento automático y definitivo (artículo 93 del Código Penal de Chile). La urna que contiene sus cenizas es, por tanto, plenamente merecedora de llevar la siguiente inscripción: "Augusto Pinochet Ugarte: impune por defunción".

Al no haberse producido ni una sola condena en ninguna de sus numerosas causas penales, sus partidarios presentes y futuros se ocuparán de explotar al máximo esta joya que les regala la patética justicia de su país. Este tipo de dirigentes -pese a sus crímenes- siempre consiguen fervorosos partidarios en todas las áreas sociales, no sólo en los ámbitos militares, financieros, oligárquicos y de amplios sectores de las clases medias, sino también en los ámbitos académicos.…  Seguir leyendo »

In all your extensive coverage of the death of Augusto Pinochet, there was one crucial omission (Reports, December 11-13). No one pointed out any of the obvious parallels between the case of the ex-Chilean dictator and that of General Efraín Ríos Montt, former dictator of Guatemala (1982-83), who is today facing extradition to Spain for human rights abuses on a grand scale.The similarities between the legal issues presented by Pinochet and Ríos Montt are numerous. Both were military dictators who came to power in their respective Latin American countries as the result of a coup d'etat. Both were products of the cold war, enjoying US support in exchange for ruthlessly repressing any real or perceived threat of communism.…  Seguir leyendo »

Hace unas horas Pinochet recibió sus últimos honores en la Escuela Militar de Santiago. Se paseó un caballo sin jinete, se pronunciaron arengas marciales y se dispararon salvas de fusilería no menos retóricas. Pero en la "capilla ardiente", entre la guardia de cadetes con sus cascos prusianos, no era sólo el cadáver de un soldado ya medio corrompido en vida lo que se estaba velando. Esos cursis honores militares también fueron -y quizá por eso se sintieron tan apropiados- para un icono de la cultura pop contemporánea.

Me ha pasado en lugares imprevistos, en Bucarest y en Fez, cuando debo pronunciar claramente: "Chile, Sudamérica...",…  Seguir leyendo »

Augusto Pinochet ya estaba muerto en Chile. Lo que dejaron de latir fueron sus despojos. En sus días finales eran contados con los dedos de la mano los amigos que lo visitaban y asistían en sus avatares con la salud y los tribunales. Hasta para los partidos de la derecha, para sus abogados y su propia familia resultaban incómodos su longevidad y los numerosos delitos que se le seguían imputando judicialmente. Su popularidad se vino definitiva y estrepitosamente al suelo cuando el país se enteró de su millonaria fortuna. Para vergüenza nacional, ciertamente el descubrimiento de sus depósitos en el banco Riggs lo desacreditó mucho más que sus horrendos crímenes.…  Seguir leyendo »

A comienzos de 1973 Chile era un país polarizado. Las reformas sociales del Gobierno de Salvador Allende, encaminadas a provocar un cambio profundo en la convivencia nacional, son malogradas por la violencia reinante. Nadie pudo oponerse a la nacionalización del cobre en 1971, pero la llamada vía chilena al socialismo generaba escándalo en la derecha y forzaba al centro a perder su eje, cuando el Gobierno buscaba la estatización de muchas empresas, o la aplicación de la reforma agraria no solamente para los grandes latifundios. El centro, dominado por la Democracia Cristiana, se alineaba con los sectores reaccionarios del país. El asesinato cruel del político demócrata cristiano Edmundo Pérez Zujovic apuró a los indecisos.…  Seguir leyendo »

En los momentos cúspides de su poder Pinochet solía imaginar cientos de conspiraciones en su contra organizados por los "siñores políticos". Por algún motivo extraño, acaso dental o estilístico, no podía decir correctamente la palabra señores. Para demostrar que los "siñores políticos" querían destruir la libertad y el orden que él representaba en un célebre discurso pronunciado en el conservador Club de la Unión se convirtió en un promotor de la lectura revolucionaria: "Hay que leer a Lenin, siñores". Bastaría leer a "Linin", afirmó, para que todas las tácticas terroristas de sus adversarios quedaran claras. No se equivocaba. Fueron los "siñores políticos" chilenos de todas las tendencias,unos primero, otros muchos después, quienes terminaron por disolver al antiguo hombre fuerte en el fetiche de una docena de ancianas.…  Seguir leyendo »

La Plaza Italia de Santiago de Chile, límite entre el centro de la ciudad y los sectores del oriente precordillerano y de más altos ingresos, ha sido invadida por los enemigos de Augusto Pinochet. Hay grupos que celebran con champaña, gente que salta y que canta, fotografías de Salvador Allende, banderas chilenas y de los partidos socialista y comunista, mezcladas con alguna bandera venezolana, boliviana, argentina. Todas flamean al viento primaveral, en medio del bullicio; la emoción es compartida, solidaria, profunda, y podríamos agregar que tranquila. Una joven periodista de la televisión, hija y nieta de abogados comunistas, se exhibe encima de una camioneta envuelta en el pabellón tricolor.…  Seguir leyendo »

Cuando cedió la presidencia de la República de Chile a su sucesor Frei Ruiz-Tagle en el gobierno de la Concertación Democrática, Patricio Aylwin pudo contar un episodio que describe el estado de «democracia tutelada» en el que se encontraba su país tras las primeras elecciones presidenciales, el 11 de diciembre de 1989.

En su «nueva Constitución», Pinochet se había reservado la jefatura de los Ejércitos y miraba de reojo, desde su despacho del Cuartel General, cualquier deriva del recién llegado inquilino del Palacio de la Moneda. Esa era su manera de vigilar el nuevo proceso democrático. El presidente Aylwin se atrevió a cruzar el espacio abierto, la calle, que separa, uno del otro, los dos edificios públicos.…  Seguir leyendo »

En momentos como el presente resulta inevitable mirar hacia atrás, especialmente si la muerte del fallecido no deja indiferente a nadie. Tanto en Chile como fuera de él, Augusto Pinochet, aunque muerto, sigue desatando grandes pasiones, que oscilan entre el amor y el odio. No podía ser de otra manera, dado el largo historial de muerte y destrucción que el dictador ha dejado a sus espaldas. Ese inevitable mirar hacia atrás ha servido para que muchos chilenos, comenzando por la hija de Salvador Allende, Isabel, repitieran la letanía del nunca más: nunca más una dictadura, nunca más un golpe de Estado, nunca más apelar a la tortura y a las violaciones de los derechos humanos para resolver problemas políticos.…  Seguir leyendo »

I'll leave it to others to "balance" the commentary on Gen. Augusto Pinochet's death with praise for his free-market economic reforms. Pinochet was a despot, a murderer and a fraud. He cheated death until 91, finally succumbing on Sunday as loving family members stood at his bedside and caring doctors did all they could to ease his pain. His regime exterminated more than 3,200 human beings for their political views, and most of them had to die young, alone and in agony.

About 29,000 victims were tortured during Pinochet's 17-year dictatorship, and an estimated 200,000 Chileans were forced into exile. The dictator's final public statement -- on his 91st birthday last month, he took "political responsibility for everything that was done" -- was a typical evasion.…  Seguir leyendo »

El gobierno de Michelle Bachelet ha dispuesto ser representado por la ministra de Defensa en el funeral de Pinochet, así como aceptó que el ejército le rinda honores a quien fue su comandante en jefe por veinticinco años. Como era de esperar, los chilenos haremos -como nación- algo que no podremos explicar ante la Historia. Y cuando digo Historia, hablo de nuestros hijos y nietos y todos los que vengan por delante.

Primera pregunta: ¿Es el Ejército un organismo privado que puede decidir por su cuenta y riesgo lo que le venga en gana? La respuesta: no, se trata de un organismo estatal y, por ende, pertenece a todos los chilenos.…  Seguir leyendo »

Este domingo, cuando se paralizó en Santiago de Chile el asediado corazón de Augusto Pinochet Ugarte, el gorila de capa y espada hizo su último gesto público en contra de Fidel Castro porque lo dejó solo en la pavorosa galería de dictadores autoritarios que gobernaron en aquel continente a punta de pistola.

Lo ha abandonado en la soledad del opresor de fondo. Le ha traspasado la escaramuza final y las negociaciones para entregar la plaza sin condiciones. Le ha cedido, con un rápido saludo militar a la visera, el ambiguo privilegio de clausurar una dinastía que tuvo sus más altos fulgores iniciales a mediados del siglo pasado con el medallero ensangrentado de Marcos Pérez Jiménez, Fulgencio Batista y Rafael Leónidas Trujillo.…  Seguir leyendo »

Con 91 años moría Augusto Pinochet, como consecuencia de un agravamiento del infarto sufrido la semana anterior y del que se recuperaba en el Hospital Militar de Santiago de Chile. Esta noticia prácticamente coincidía en el tiempo con otra dada el fin de semana por el periódico británico The Independent, que informaba del cáncer de estómago que tendría Fidel Castro y de las remotas posibilidades de pasar del fin de año o, en su defecto, de durar sólo algunos meses. Más allá de la veracidad de la información, la venganza de la historia suele ser, a veces, retorcida y complicada. La posibilidad de que los dos mayores dictadores latinoamericanos del siglo XX murieran juntos hubiera sido algo digno de ser contemplado.…  Seguir leyendo »

No hubo milagro esta vez. La muerte le ha liberado de procesamientos penales que en algún momento le hubieran supuesto una cascada de sentencias en su contra. Ya no se cumplirá el sueño de verle sentado en el banquillo de los acusados escuchando la lectura de la condena judicial impuesta por cualquiera de las múltiples causas abiertas por sus delitos. Esa imagen no la van a poder vivir sus víctimas, los supervivientes de un genocidio que arruinó la larga tradición democrática de Chile. Pero el juicio de la historia y de la propia sociedad chilena en su conjunto ya le ha condenado para siempre.…  Seguir leyendo »

El final que veníamos anunciando desde hace años se precipita ya, lamentablemente, a pasos imparables: el general Pinochet, víctima de una crisis cardiaca, va a morir sin haber sido juzgado y condenado. Pocas semanas atrás el ex dictador era privado, una vez más, de su inmunidad por otro de sus múltiples delitos, esta vez por los horrores de Villa Grimaldi. Anteriormente había sido repetidamente desaforado y procesado por secuestros, torturas, asesinatos, malversación, falsificación de documentos, evasión de impuestos, y otras serie de patrióticas actividades civiles y militares, por las que había sido objeto de muy diversas causas penales acumuladas por los tribunales chilenos.…  Seguir leyendo »

Por Prudencio García, investigador y consultor internacional del Instituto Ciencia y Sociedad y profesor del Instituto Universitario Gutiérrez Mellado de la UNED (EL PAÍS, 16/09/06):

Una vez más -y ya hemos perdido la cuenta-, la justicia chilena acaba de privar de su inmunidad al general Pinochet. Esta vez no ha sido por corrupción económica sino por algo mucho más grave: 23 casos de tortura y 36 de secuestro con desaparición. Con ello, también una vez más, el ex dictador volverá a ser procesado. Pero, también una vez más, ahí acabará todo. Nadie será capaz de juzgarle y condenarle. La calamitosa justicia chilena, después de haber procesado repetidamente al general en muy diversas causas penales, volverá a chocar patéticamente contra su barrera infranqueable: su penosa, radical y sistemática incapacidad para juzgarlo y condenarlo, dejando así al descubierto su verdadero propósito: que el viejo tirano muera sin haber sido condenado jamás.…  Seguir leyendo »

Por Ariel Dorfman, escritor chileno (EL PAIS, 08/09/04):

Eran tres cuadras las que separaban aquellas dos intersecciones en la capital norteamericana, tres cuadras entre el Du Pont Circle y el Sheridan Circle que yo solía caminar a menudo en mis tiempos de exilio en Washington. De los dos Círculos, era el Sheridan Circle el que tenía mayor resonancia para mí en esa década de los ochenta, el que me llenaba de tristeza y rabia. Había sido ahí, en ese exacto Círculo, a pocos pasos de la Embajada chilena, que la policía secreta de Pinochet había asesinado, el 21 de septiembre de 1976, a Orlando Letelier, el ex ministro de Salvador Allende, y yo, como otros desterrados, pasaba por ese sitio frecuentemente, tanto para conmemorar al compañero muerto como para prometerme a mí mismo que algún día íbamos a juzgar al dictador que lo había mandado matar.…  Seguir leyendo »