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Debemos muchas cosas los españoles a Rafael Nadal, no solo como deportista, sino también como persona. Diría más por lo segundo que por lo primero, al ser un ejemplo de laboriosidad, de simpatía, de ciudadano, algo que no suele abundar en un pueblo tan individualista, radical y arrogante como el nuestro, no importa en qué lugar o familia haya nacido. Pese a haberlo ganado todo en el tenis, Nadal nunca fue un famoso ni un asiduo de las revistas del corazón o del papel cuché. Bien al contrario, su vida está llena de rutina diaria, como si fuera el vecino de al lado que conocemos desde niño.…  Seguir leyendo »

Gol de Iniesta para dar el Mundial de 2010 a España. REUTERS

En Oviedo, siendo soltero, a Francisco Franco le apodaban "el Comandantín". Su novia, Carmen Polo, pertenecía a una rica familia que no veía con buenos ojos a Francisco, un bajito anodino que vivía en una pensión. Aquel bajito sería un héroe en Marruecos, ganaría una guerra y acaudillaría un país.

Alfredo Landa era otro bajito anodino que hacía reír a los españoles persiguiendo suecas en las playas. Tanto representaba el carácter del español medio, que uno de los lemas de nuestra afición en la final del Mundial de Sudáfrica fue: “¡Cuidado, Holanda, que viene Alfredo Landa!”.

Cuando apareció en la gran pantalla con bigote y una desazón en la mirada, cuando apareció siendo el detective Areta, José Luis Garci temió las risas del público; pero este no rio y Alfredo empezó a cimentar su prestigio: ganaría el premio al mejor actor en el Festival de Cannes y tres goyas.…  Seguir leyendo »

Pocas dudas hay de que el fútbol, ese fiel compañero que nos sigue en tantos momentos como espectadores o como practicantes, aporta un sinfín de elementos positivos a nuestra sociedad. A quienes practican este deporte les brinda mejoras en su salud física y emocional, procurándoles un modo de esparcimiento y un encuentro con iguales con los que jugar no sólo al fútbol, sino a ser futbolistas. De entre éstos, los mejores han conseguido incluso pasar a la memoria de los aficionados como los grandes héroes de nuestro tiempo.

Y es que contemplar el fútbol como espectáculo nos proporciona emoción, evasión de la cotidianeidad e identificación con otras personas.…  Seguir leyendo »

¿Por qué escalar el monte Everest?

En 1953, cuando Edmund Hillary y Tenzing Norgay fueron los primeros en alcanzar la cumbre del monte Everest, yo tenía siete años. Estuve un tiempo inmerso en los relatos de la épica escalada; parecía un logro para toda la humanidad, como llegar al Polo Sur. ¿Quedaría alguna frontera por explorar, me pregunté, cuando yo creciera?

Una foto de la cresta de la cumbre sur del Everest me trajo de vuelta estos recuerdos. ¡Pero qué diferente es este Everest! La espléndida soledad del techo del mundo ya no está; ha sido reemplazada por una larga fila de escaladores que esperan turno para ocupar brevemente la cima.…  Seguir leyendo »

El Derby de la gran zozobra

Había ocurrido hace pocos días la matanza de Manchester y temíamos que el Derby pudiera ser escenario de otro gran atentado. Después de todo, allí se concentran miles de personas de todas las edades y de todas las clases sociales, desde la Reina hasta mendigos y carteristas, junto a otros muchos tipos llegados de países mas o menos lejanos. Corre el dinero, el alcohol, los afanes libidinosos, la ostentación vulgar y a veces (raras veces) la auténtica elegancia, a la par del esfuerzo deportivo, la incertidumbre de la competición, la belleza de obras de arte vivientes fabricadas con tradición y biología.…  Seguir leyendo »

El fútbol, la religión del siglo XXI

El fútbol es una señal, un nexo de relaciones complejo que no impide ver el espectáculo, a veces apasionante, de un partido, que es el fundamento del acontecimiento global pero que, al mismo tiempo, lo encubre y lo distorsiona. Un partido sólo deja aparecer algunas señales. El hecho de que muchísima gente no vea su complejidad se debe a que no posee los rudimentos necesarios para verla. Esto no tiene nada que ver con la capacidad intelectual del espectador, sino con sus circunstancias y con la perspectiva. Pero, sin duda, la imagen y el recuerdo que cada cual guarde del fútbol dependerán tanto de lo que vea como de lo que se le oculte.…  Seguir leyendo »

Cuando el mito es intocable

Los mitos, además de explicar la realidad y la pertenencia del ser humano a ella, reflejan la configuración de la sociedad, la política y los valores del momento, de la moralidad del momento. El soporte simbólico o material del mito puede cambiar pero su significado permanece inalterable por los siglos. El mito es atemporal, refleja pasiones siempre humanas, como el sentimiento, la venganza, la avaricia, el heroísmo, el dolor, la resignación, la fortaleza, el bien, el mal. Porque tienen una dimensión sagrada, no hay nada que pueda impedir que nos identifiquemos con los mitos de siempre aunque su manifestación sea actual.…  Seguir leyendo »

El fútbol tiene tan mala fama como incuestionable éxito. La mala fama le viene de sus orígenes barriobajeros, que junto a su ascendencia humilde, le emparienta con la pasión y la bronca. A diferencia de otros deportes «aristocráticos», como el polo o la esgrima, el fútbol nace en la calle, y ni siquiera en las mejores de la ciudad, sino en las suburbanas sin asfaltar, en solares por construir y terrenos por labrar. Que se juegue con los pies le ha ganado el desdén de los intelectuales, que han hecho de él uno de los objetos favoritos de sus burlas, y le dio la puntilla la especie de que las dictaduras lo usan para hacer olvidar a las masas el hambre y la opresión.…  Seguir leyendo »

Una confesión. Siempre me han gustado los buenos partidos de fútbol. Y una proclama antipopular: cada vez detesto más el mundo que rodea el fútbol. Imaginas que el éxito universal de este juego se fundamenta en su belleza y sencillez. De hecho, no recuerdo otro deporte de equipo con reglas más elementales. Así, por ejemplo, en comparación, la reglamentación del baloncesto es mucho mayor. Un jugador ha de pensar continuamente en el paso del tiempo: tiene pocos segundos para atravesar la línea divisoria y algunos más para que su equipo pase el balón, pero no puede permanecer apenas unos instantes bajo la canasta y no está autorizado a retener casi nada la pelota entre sus manos.…  Seguir leyendo »