Ese objeto repleto de palabras
Una persona que lee libros es una persona sospechosa. Y cuantos más libros lea, más sospechas despertará. Soy consciente de que un texto como este va destinado a incondicionales de la lectura. Simpatizantes y lectores habituales de libros que, como yo, no se sienten sospechosos en su día a día. Pero cambiemos la perspectiva, giremos el punto de vista y centrémonos en la imagen que ofrecemos cuando leemos un libro en el metro, en un avión, por la calle a veces, en una cafetería, rodeados del bullicio habitual, las voces que no paran porque han de anunciarnos la próxima parada, el precio de la consumición, el contenido del audio de WhatsApp que escucha su receptor y de paso todos los que le rodean.… Seguir leyendo »