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Fue a finales de los ochenta, poco antes de la caída del comunismo. En la Feria del Libro de Frankfurt, con unos editores españoles nos presentamos en el stand de Dilia, la agencia literaria checa, con el objetivo de adquirir derechos de publicación en España de varios autores checos. No tuvimos suerte: resultó que los escritores que nos interesaban estaban políticamente mal vistos por el Estado que la agencia representaba. Antes de despedirnos, uno de los españoles dejó caer el nombre de Kundera, autor que gozaba de gran prestigio mundial. Fue como un detonante; los de Dilia escupieron: "¡Ese exiliado!". Y es que en la Praga comunista la palabra exiliado era sinónimo de malvado, traidor, cobarde.…  Seguir leyendo »