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La imagen del primer personaje es inolvidable: vestido con una casaca gris plateada, está sentado y sostiene con la mano derecha un libro abierto, cuya lectura –suponemos– acaba de interrumpir; apoya el codo izquierdo sobre la mesa y su mejilla descansa sobre esa mano. Parece seguir mirándonos, con digna melancolía. Así lo retrató don Francisco de Goya.

Era asturiano, intentó traer a España reformas útiles; sufrió sinsabores y persecuciones. Se llamaba Gaspar Melchor de Jovellanos. Para Julián Marías, «es difícil encontrar, en toda la historia de España, una figura de mayor limpieza y mérito». Por eso, nadie lo ataca (un caso raro, en España): desde cualquier posición ideológica y política, todos intentan apropiárselo.…  Seguir leyendo »