Buscador avanzado

Nota: la búsqueda puede tardar más de 30 segundos.

Estos días recordaba —aunque recordar es un verbo muy tramposo— el entusiasmo del mundo en diciembre de 1967, cuando un cirujano sudafricano, Christiaan Barnard, logró el primer trasplante de corazón de un hombre. Gozábamos: los medios de tantos sitios mandaron periodistas, chicos y grandes seguíamos la historia por la televisión, la comentábamos, nos embobábamos, nos regocijábamos. Barnard se hizo famoso y su paciente, Louis Washkansky, también, pese a su nombre. El hombre estaba a punto de llegar a la Luna y parecía que le quedaban pocos límites: ponerle a uno el corazón de otro era un logro asombroso, la demostración de que, gracias al progreso, todo o casi todo era posible.…  Seguir leyendo »