Arturo Pérez-Reverte
En los años cincuenta, la Guerra Fría desató un terror atómico reflejado incluso en las películas de ciencia ficción donde los marcianos, que solían ser verdosos y cabezones, colocaban pequeños transmisores en la nuca de los terrícolas para controlar sus mentes y abducirlos. Acordándome de aquello, por más que le doy vueltas a las pastas de la última novela que he leído, no encuentro el microchip que me ha abducido los pasados días. Porque «Línea de fuego», el nuevo libro de Arturo Pérez-Reverte, me ha raptado emocionalmente.
Me acuerdo cuando él, con chaleco y micro en mano, salía en los telediarios encima de blindados o apostado detrás de tapias para retransmitir sus crónicas de la guerra de los Balcanes.… Seguir leyendo »