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El pasado 14 de julio, un grupo de espectadores comprometidos celebrábamos fraternalmente la libertad y la igualdad cuando sonó una alerta digital: Niza, un camión, cadáveres, Yihad. Nuestras risas se ahogaron y entre los lamentos brotó una consigna: "¡Hay que reafirmar la identidad europea!" Salté de mi silla, blandiendo a Popper: "¡Las identidades colectivas no existen! Sólo las individuales. Y son tan volátiles..."

Fui apátrida hasta los 18 años, argentina hasta los 24, franco-argentina hasta los 32 y desde entonces soy técnicamente hispano-franco-argentina. Quise nacer en la metafísica Medinaceli pero lo hice en el castizo Chamberí. Aprendí a caminar en una vieja casa parisina y a contar en un Montessori de Hampstead.…  Seguir leyendo »

Sentimientos que fundan derecho

Conviene no apresurarse a la hora de descalificar el concepto de identidad. Sin duda está en la mente de todos el aprovechamiento que los nacionalismos de diverso tipo han hecho del mismo —en especial en su variante de identidad nacional— como instrumento privilegiado para homogeneizar artificial y tendenciosamente las conciencias de los ciudadanos, apelando a la sentimentalidad, pero resultaría engañoso reducir la identidad a esta única función.

Planteada la cosa de una manera algo apresurada y sintética, cabría distinguir entre dos maneras de recurrir a los elementos identitarios, cada una de las cuales merece una diferente valoración. Una primera tiene que ver con la mínima cohesión social necesaria en cualquier país.…  Seguir leyendo »