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Lo político está siendo tomado por un tipo de mentira con la que no se puede convivir. Los espacios que ocupa se pierden, las estancias quedan condenadas. Nada que ver con la dosis de engaño al pueblo, o demagogia, de cualquier sistema político real.

En los regímenes totalitarios la mentira es estructural. Se funde con la verdad en una comunión monstruosa, y puede durar décadas porque a los sometidos se les inocula un virus moral o mortal. Así, quien desea sobrevivir siguiendo a la naturaleza se ve obligado al compromiso, y quien no está capacitado para tragar es eliminado. De ahí la trascendental y dolorosa observación de Viktor Frankl acerca de la rápida muerte de los mejores bajo el nazismo.…  Seguir leyendo »

Ambición de césar en una España confinada

Con gran carga de ironía, el disidente soviético Vladimir Bukovsky, 12 años en campos de trabajo y prisiones psiquiátricas por defender los derechos humanos en la URSS, refería que cuando la prensa soviética daba cuenta del hallazgo de algún alimento perjudicial para la salud sus compatriotas colegían que lo que se les anunciaba es que pasaba a ser racionado por la incompetencia para obtenerlo. Tan interiorizada estaba la mentira oficial que hasta Gorbachov persuadía a Margaret Thatcher de que los rusos eran tan difíciles de complacer que, disponiendo de un pan mejor, se empecinaban en comer uno bastante peor con algo de sal.…  Seguir leyendo »