¿A América Latina le alcanza con China?

Contestar este interrogante es fundamental para imaginar distintos escenarios para América Latina, ya que la demanda china fue esencial para que muchos países de la región lograran altas tasas de crecimiento durante la última década.

En los últimos veinte años hubo cuatro factores que se conjugaron para generar un gran aumento en la demanda global de materias primas: el elevado crecimiento del Producto a escala global, la rápida urbanización de las regiones en desarrollo, el aumento de la población a un ritmo de 800 millones de personas por década, y la fuerte reducción de la pobreza.

China fue, con excepción del crecimiento de la población, el país más dinámico en esos factores. Por ejemplo, la cantidad de personas viviendo en la pobreza se redujo en 650 millones en las dos últimas décadas. Además, China explica la mitad del aumento global de 1.500 millones de personas con ingresos entre dos y trece dólares diarios en los últimos veinte años.

¿Es razonable esperar que lo sucedido entre 1990 y 2010 se repita en las próximas décadas? Son muchos y variables los factores a tomar en cuenta, entre ellos el crecimiento de la demanda, el cambio tecnológico, la inversión, y el compromiso para enfrentar el calentamiento global. Teniendo en cuenta esa complejidad, aquí solo haremos una reflexión respecto de algunos factores de demanda vinculados al aumento de los ingresos.

Hay dos elementos que aparecen como los más importantes. El primero se vincula con el ritmo de crecimiento de China en los próximos años; el segundo con la incógnita de si una China exitosa en este campo es suficiente para mantener elevada la demanda de materias primas. Aún en ese caso es previsible que haya distintos impactos en los exportadores de productos agrícolas (Mercosur y algunos países de América Central) y en los exportadores de minerales y petróleo (México y el resto de los países de América del Sur).

En relación con el ritmo de crecimiento de China en los próximos años, si bien en el corto plazo algunas medidas de estímulo fiscal (obra pública) y monetario compensan el debilitamiento de la demanda de exportaciones, difícilmente sean suficientes para mantener el crecimiento de la demanda si no son acompañadas por una “normalización” de la economía de los países desarrollados. Como sabemos, esa normalización está lejos de estar asegurada en Europa y tampoco es evidente en Estados Unidos y Japón, o sea en los países que son el destino de alrededor del 45% de las exportaciones chinas.

A mediano y largo plazo, el anunciado y esperado aumento del consumo interno de China debería ser el elemento más dinámico de la demanda, ya que es difícil imaginar que la inversión pueda superar, más allá de breves períodos, el 50% del Producto. Sin embargo, eso no está asegurado, ya que los avances que se advierten en la protección social, crucial para aumentar el consumo, son relativamente lentos.

Asimismo, otra manera de dinamizar el consumo, como serían las transferencias monetarias a las familias al estilo de las implementadas en América Latina, posiblemente no sean viables en la lógica del sistema político imperante.

Aún si China es exitosa en términos de crecimiento, una mirada de largo plazo nos permite afirmar que en los próximos 20 años será imposible repetir la extraordinaria disminución de la cantidad de personas que salieron de la pobreza en las últimas décadas. La razón es sencilla: de los 400 millones de chinos que en 2008 vivían con menos de 2 dólares por día posiblemente hoy queden “solo” 300 millones. Además, la tasa de crecimiento de la población china se acerca a cero y antes de 2025 traspasará ese umbral.

Por lo tanto, menos personas superarán los umbrales de pobreza, pero más verán crecer sus ingresos diarios de 2 a 5 y de 5 a 10 dólares.

Eso tendrá un efecto diferenciado sobre la demanda de cereales y soja respecto de otros bienes más asociados al aumento del ingreso de los sectores de clase media con ingresos bajos o medios, tales como alimentos con mayor calidad de proteínas, como la carne, los metales y el petróleo. En estos últimos bienes, China posiblemente siga siendo determinante para el crecimiento de la demanda mundial.

Es por ello que en el mediano plazo, para sostener el precio de los alimentos se requiere de otros países o regiones que reduzcan la pobreza a un ritmo similar al de China en el pasado reciente. Sin ignorar la distinta estructura productiva respecto de China, África Sub Sahariana y la India aparecen como los grandes candidatos, considerando que entre ambas regiones concentraban 1.400 millones de pobres en 2008 y representan el 60% del crecimiento de la población mundial.

¿Podrán India y África Sub sahariana, que han crecido durante la última década al 7,3% y 5% anual respectivamente, tomar el papel que ha cumplido China en los últimos años? Parece difícil, pero sin ellos será difícil prever elevados precios de las materias primas y en especial de los alimentos en las próxima dos décadas. En ese caso habrá menos tiempo disponible para los países que no han utilizado la bonanza para sentar las bases de un crecimiento sostenible.

Jose Luis Machinea, former Executive Director of the Economic Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC) and former Minister of Economy of Argentina, is Dean of the School of Government, Torcuato Di Tella University, Buenos Aires.

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