Por Daniel Fernández, coordinador de los diputados y senadores del PSC (EL PERIÓDICO, 08/07/06):
El pasado lunes, el ministro José Montilla firmó un convenio con el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, a través del que se destinarán seis millones de euros a reforzar la presencia de las empresas editoriales catalanas en la Feria del Libro de Fráncfort del 2007. En el transcurso del acto, Montilla afirmó que "resulta una prioridad la defensa de la lengua catalana, pero no por ello hay que marginar a los creadores catalanes que se expresan en castellano, ya que son también muestra de la diversidad y vitalidad de nuestra cultura". Con este convenio, José Montilla --el primer ministro que ha hablado en catalán en un Consejo de la UE y el que ha hecho posible el dominio cat en internet-- ha dado un paso más en la promoción de la lengua catalana. Lo ha hecho con una política de hechos y realidades que aspira a obtener resultados para el catalán. Y lo ha hecho, además, reivindicando la bandera de la convivencia del catalán y el castellano aquí. La única bandera capaz de representar con coherencia la Catalunya de los catalanes de hoy y de mañana. Y la más inteligente para hacer que el catalán avance.
¿Cómo se da prioridad al catalán sin excluir al castellano? El propio convenio firmado el lunes pasado es una buena respuesta. El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y el Institut Català de les Indústries Culturals se comprometen a impulsar la tecnificación empresarial para favorecer la internacionalización de las empresas editoriales catalanas, sobre todo de las pymes del sector; a incentivar la traducción (preferentemente en inglés y alemán) de producciones editoriales de empresas catalanas; a elaborar una revista trimestral --en formato papel y en formato digital-- dirigida a editores internacionales para dar a conocer permanentemente las novedades del libro en catalán; a insertar un informativo estable sobre las acciones del sector editorial catalán en las principales revistas y medios editoriales españoles e internacionales... Una propuesta con sentido común que no cae en la trampa de la exclusión y que ve en el castellano, aquí y más allá de nuestras fronteras, no un adversario, sino el mejor aliado para conquistar nuevos mercados.
EL MISMO lunes, la Mesa del Parlamento Europeo aprobaba una resolución que hace posible que los ciudadanos de Catalunya, la Comunidad Valenciana, Baleares, Galicia y Euskadi puedan dirigirse a la Euro-cámara en sus lenguas propias. La iniciativa había sido del Gobierno español. El apoyo de los socialistas europeos y, sobre todo, el voto de calidad del presidente de la Cámara, Josep Borrell, fueron decisivos para lograr este objetivo y superar la oposición frontal de la derecha europea, encabezada por Vidal-Quadras. Con esta decisión, el catalán ya puede utilizarse en la comunicación escrita con el Parlamento Europeo y es lengua de uso en el resto de las instituciones de la Unión Europea. La inclusión del catalán en Europa es obra del conjunto de la sociedad catalana, con el apoyo de la mayoría de la sociedad española. Que haya llegado con un Gobierno socialista, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, del que forma parte el primer secretario del PSC, José Montilla, no ha sido casualidad, sino la constatación de que dos años de coincidencia de un Gobierno socialista en España con un Gobierno catalanista y de izquierdas en la Generalitat han hecho más por el reconocimiento del catalán que los ocho años de mayorías parlamentarias de CiU y el PP en Barcelona y Madrid.
Al día siguiente, y en el mismo hemiciclo de la Eurocámara, solo el PP --por boca de Mayor Oreja-- y la extrema derecha evitaron condenar la dictadura franquista, coincidiendo con el 70° aniversario del golpe de Estado de Franco contra el Gobierno democrático de la Segunda República. Un eurodiputado polaco de la Liga de las Familias, Maciej Gyertich, aprovechó la ocasión para hacer una encendida defensa de la dictadura, afirmando que "gracias a la Iglesia, al Ejército y a Franco, el ataque comunista contra la España católica pudo superarse". Hans Gert-Proettering, portavoz popular alemán --y católico-- le respondió que "los partidarios de los regímenes totalitarios no están en condiciones de defender nuestros ideales". Cuando hablamos de una derecha europea no excluyente pensamos precisamente en personas como Gert-Poettering.
"TODAS LAS literaturas nacionales son excluyentes", afirmó recientemente la diputada y escritora Maria Mercè Roca, defendiendo que solo los autores en lengua catalana podían estar representados en Fráncfort. A nosotros no nos interesan ni las exclusiones de Vidal-Quadras ni las de Roca (la visión de nuestro pasado de Mayor Oreja tiene una dimensión aún más preocupante). Preferimos las palabras que, también el lunes, pronunció Joan Manuel Serrat al recibir la Medalla de Oro de Barcelona: "Barcelona es mestiza como yo, pueblo de pueblos, tierra de acogida". Como Catalunya.