A los 117 'Jokin'

Ante la revelación de los datos preliminares del Estudio Cisneros X 'Violencia y Acoso escolar' el pasado 18 de septiembre, se ha producido una alarma social que los miembros de nuestro equipo de investigación estimamos que no es correcta ni buena para reflexionar con la debida calma sobre la incidencia del fenómeno de la violencia en las aulas. Contra el rigor científico y metodológico de los datos (aún tan sólo preliminares) que hemos dado a conocer, algunas autoridades educativas han ofrecido un argumento muy poco sólido. Aseguran que en la Comunidad Autónoma Vasca 'tan sólo' existen 117 casos de acoso escolar. Tan sólo aquéllos que se han denunciado ante la Consejería de Educación y sus órganos dependientes.

Es una equivocación que se utilice el recurso a los datos de las denuncias formales como indicador de la realidad de un problema, cualquiera que sea éste. Esto sólo puede confundir a la opinión pública. Ya ocurrió anteriormente con las cifras del maltrato doméstico, reducidas a tan sólo las decenas de mujeres que eran asesinadas; o con el 'mobbing', cuya prevalencia real algunos 'observatorios' socialmente miopes distorsionan presentando tan sólo el dato de las denuncias formalizadas ante los juzgados de lo social. Según este tipo de estadística serían solamente víctimas de la violencia doméstica las mujeres que la hubieran denunciado en los juzgados. O quizás más restrictivamente aún sólo habría que contar en las estadísticas oficiales los casos de las mujeres que ya hubieran fallecido asesinadas a manos de sus maridos. Todos sabemos que la realidad del sufrimiento de las víctimas de la violencia no oficialmente computada es muy diferente y en cualquier caso mucho más amplia.

Muchos padres, antiguas víctimas del maltrato psicológico y físico en la escuela, trivializan y banalizan el maltrato que el niño les relata al llegar a casa. 'Ya nos pasó a nosotros antes'. 'Eso es normal'. 'Así es la vida'. 'Aprende a defenderte'. 'Eso te hace un hombre'. A otros padres no les suena raro que el niño refiera en el colegio las violencias que ellos mismos padecen en sus trabajos: '¿Mejor que vaya acostumbrándose a lo que le espera en la vida adulta!'. Son muchos los que todavía hoy nos refieren en la evaluación del acoso psicológico en el trabajo que 'mi jefe me insulta, me humilla, me grita ... lo normal'.

Otros, afortunadamente los menos, adoptan ante la violencia escolar posiciones cercanas a la psicopatía social, recomendando a sus hijos que 'en todo caso sean ellos los que machaquen y estén encima del otro en la pelea'. Con ello van transformando a sus hijos en personas que aprenden a ser violentas como forma de defenderse de la violencia de otros. La mayoría de los niños violentos en la escuela nos señalan como razón prioritaria de su conducta que 'el otro le provocó'. Al abandonar a los 'casos Jokin' y a sus familias, esperando a que presenten situaciones límite o al borde del precipicio, y entonces tratando a las víctimas como puros enfermos mentales, se les victimiza secundariamente.

Desde la responsabilidad política y social no se puede despachar el problema de la violencia en las aulas diciendo que ¿en Euskadi, 'tan sólo' hay 117 casos de violencia y acoso escolar! Buscar la eliminación de los portadores de malas noticias no es una buena estrategia para hacer desaparecer un problema que aflora ya hace tiempo por debajo de las alfombras rojas oficiales y de sus corifeos. Algunos de ellos se han lanzado a modo de verdaderos 'hooligans' a descalificaciones previas realizadas sin el conocimiento exhaustivo necesario de los datos de un informe final al que no han accedido. Han pretendido silenciar el mensaje intentando matar al mensajero.

Frente al rigor metodológico de un estudio serio y frente a la contundencia de sus datos (aún preliminares) se han aportado vagas descalificaciones, que pretenden desviar la atención sobre los portadores de la mala noticia y no sobre la misma mala noticia de la violencia en las aulas. ¿Qué estudios ha realizado Educación para poder desmentir nuestros datos con tanta rapidez y superficialidad? ¿Dónde están? ¿Quién los ha publicado? Si son secretos, ¿por qué no se divulgan? ¿Considera Educación como datos oficiales los que ofreció el señor Sierra del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa, quien en Radio Euskadi 'redujo' el pasado martes la tasa de acoso a 'tan sólo' el 18% de los niños vascos, no sabemos aún a partir de qué estudio? ¿Le parece a Educación una cifra suficientemente adecuada o políticamente correcta ante la que podamos dormir tranquilos? ¿Le parecen pocos los 54.000 niños que según su propia agencia de evaluación educativa (señor Sierra dixit) padecen violencia escolar a diario como para dormir tranquilos por la noche ?

Sin entrar en el falso debate de cifras que hurta el verdadero debate, hay que recordarle a Educación que el enemigo no es la verdad de los datos, sino la violencia existente en nuestras aulas. Y que para derrotarlo nos tiene a su lado. El síndrome de negación institucional, un fenómeno típico ante las violencias de diferente género, no le llevará muy lejos al Departamento de Educación. La ausencia de sensibilidad ante un problema como la violencia escolar equivale a ponerse junto a aquéllos que miran a otro lado ante la violencia y el maltrato doméstico banalizándolo ('mi marido me pega lo normal') o ante el acoso laboral o 'mobbing' ('mi jefe me humilla lo normal, me acosa lo normal, me chilla lo normal, me insulta lo normal'). Mensajes de trivialización del maltrato psicológico tan frecuentemente señalados por las mujeres y los trabajadores que les llevan a pensar que el acoso psicológico va incluido en el matrimonio o en el sueldo.

Los trivializadores y banalizadores de la violencia son los decisivos cómplices de la violencia y son la causa decisiva de que la violencia y el maltrato psicológico sean cada vez más frecuentes en nuestra sociedad y en nuestras escuelas. ¿Cuántas veces hay que humillar y ridiculizar a un niño en el colegio para que se le incluya en las estadísticas oficiales? ¿Es necesario que un niño esté ya gravemente dañado por el estrés postraumático o sea un pre-suicida para que se le pueda incluir en la estadística de los 117 casos 'oficiales'?

Debe abrirse el debate científico riguroso, con datos obtenidos de investigaciones serias, pero no desde la actitud defensiva y los intentos de desviar la atención del verdadero problema, que no son las estadísticas oficiales sino el caso de muchísimos (siempre demasiados) niños que sufren en silencio y frente a la indiferencia de muchos cada día en sus colegios. La contabilidad social creativa basada en el número de denuncias es perversa y victimizadora de muchos niños y niñas vascos que desde luego no constan en ellas.

Desgraciadamente son nuestras autoridades públicas las que dan los primeros y más decisivos malos ejemplos de violencia verbal y de acoso psicológico contra el adversario político. No hay más que ver el espectáculo de violencia verbal, descalificaciones personales y técnicas de verdadero y auténtico 'mobbing' político y mediático que ofrecen a diario a nuestros hijos a través de los medios de comunicación para comprender que, por desgracia, no podremos contar excesivamente con su ayuda como modelos a seguir a la hora de erradicar el fenómeno violento en la escuela.

Por nuestra parte y como equipo de investigación especializado desde hace años en la evaluación de la violencia y del acoso psicológico, nos ponemos a disposición de aquéllos que, desde el rigor y la verdad de los datos que ofrece la realidad y a través de programas efectivos, quieran hacer frente en serio al problema de la violencia en nuestras aulas.

Nos jugamos en la escuela de hoy el futuro de una sociedad que, banalizando la violencia en las aulas, propicia que nuestros hijos aprendan el sometimiento al más violento, y la subyugación a manos de los que impunemente se dedican a hacer la vida imposible a los demás. No hacer frente a tiempo a la violencia en las aulas puede convertir a muchos niños en seres anticipadamente derrotados por la convicción de que han venido a nacer en un mundo que es, a fin de cuentas, una selva en la que los más violentos y poderosos depredan a los más vulnerables en medio de la indiferencia de la mayoría. Una mayoría de indiferentes que, eso sí, luego se escandalizará hipócritamente ante el terrible final de los 117 'casos Jokin'.

Iñaki Piñuel, psicólogo y profesor de la Universidad de Alcalá.