Acabar con el estigma de la salud mental

El mundo enfrenta una epidemia de problemas de salud mental que cruza fronteras, economías y culturas, y conlleva un estigma que deja a gente sufriendo en silencio. Para abordarla se necesitan dirigentes políticos, empresariales y de la sociedad civil que conviertan en prioridad global el bienestar y la salud mental, comenzando por los debates sobre Globalización 4.0 del Foro Económico Mundial, reunión anual que se celebrará este mes.

Claramente, Davos es un foro adecuado para plantear este tema. Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, la depresión y los desórdenes de ansiedad cuestan a la economía global $1 billón al año por concepto de pérdida de productividad. El mismo estudio también sugiere que cada dólar invertido en tratamientos para la depresión y la ansiedad –las dos enfermedades de salud mental más comunes- puede generar $4 en términos de mayor bienestar y capacidad de trabajo.

El estudio de la OMS es muy bienvenido. Por demasiado tiempo hemos separado mente y cuerpo, viendo las enfermedades mentales como algo separado de nuestra salud general. Como resultado, se ha ignorado a millones de personas que se encuentran con necesidad de apoyo a su salud mental, con un fuerte impacto sobre los recursos económicos, el rendimiento y la producción.

Por supuesto, la realidad es que la salud mental y física están estrechamente vinculadas y que cada una aporta al bienestar general. Tenemos que reconocer este hecho si queremos legar un mundo más feliz y próspero a las futuras generaciones.

Para tener éxito, las iniciativas para dar respuesta a los principales problemas globales, como la salud mental, deben ser colaborativos y sostenibles. En este espíritu, hago un llamado a los líderes que se me unirán en Davos a que adopten cuatro prioridades críticas para apoyar el bienestar y la salud mental.

En primer lugar, tenemos que reducir el estigma alrededor de la salud mental en el lugar de trabajo. Nadie debería sufrir en silencio un padecimiento que se puede tratar e incluso prevenir en algunos casos. Al reconocer los problemas de bienestar y salud mental en el trabajo, podemos también marcar la diferencia en nuestros hogares, escuelas y comunidades. Buscar atención para la salud mental debería ser tan común y corriente como hacerlo para medirse la presión sanguínea, la diabetes o el estado cardíaco.

Más aún, debemos reducir la desigualdad en salud mental, un asunto que se suele pasar por alto. A menudo se presenta en las comunidades de menores ingresos, donde las poblaciones sufren un mayor riesgo de patologías y enfrentan más obstáculos para recibir atención de salud, debido en parte a la falta de recursos especializados que sí están disponibles en las zonas más pudientes. Hay algunos enfoques para darle respuesta, como la Friendship Bench de Zimbabue: espero conocer mejor este proyecto a través de uno de sus representantes en Davos.

Tercero, nuestros sistemas de salud deben pasar de proveer “cuidados para los enfermos” a “cuidados para el bienestar”. Para que el bienestar mental avance hacia la normalidad de la atención de salud y hacer que la prevención primaria sea el enfoque más eficiente, debemos comprender cómo contrarrestar y aliviar los efectos de experiencias infantiles adversas, que están muy correlacionadas con la mala salud mental y física más adelante en la vida. El factor decisivo no se encontrará en los hospitales ni clínicas, sino en las comunidades que nutran, más que traumaticen, a las próximas generaciones. Para compañías como la nuestra, esto significa cómo proveer salud, no solo atención sanitaria, de mejor manera.

Por último, y lo más relevante para líderes de atención de salud, debemos redoblar nuestros esfuerzos por conectar mente y cuerpo. Al integrar mejor nuestros servicios de salud mental a los sistemas de atención primaria, podemos mostrar que un mejor estado de salud mental no es diferente de un problema respiratorio, endocrino o cardíaco. Y quienes necesiten tratamientos más complejos de los que se prestan en el nivel primario deberían poder ver a un especialista, de mismo modo como se los referiría a un ortopedista o a un cardiólogo. Una mente sana es tan importante como tener huesos y corazones fuertes.

En los últimos tres años he buscado usar el Foro Económico Mundial para que el bienestar y la salud mental se conviertan en una prioridad global. Este año, me satisface ver que ocupará más espacio en los debates de Davos.

Con la participación de líderes globales de diferentes sectores podemos avanzar hacia el fin del estigma silente en torno a los problemas de salud mental, e idear maneras innovadoras para mejorar los servicios de salud mental y el acceso de la gente a ellos. Ayudemos a que la salud mental sea un componente tan importante como el bienestar físico de la Globalización 4.0.

Bernard J. Tyson is CEO of Kaiser Permanente. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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