Acompañamiento crítico

Por Joseba Arregui (EL CORREO DIGITAL, 18/07/06):

Acostumbrados como estamos a ver todo o blanco o negro, siguiendo el uso que parece se ha impuesto en la política vasca y española de estar con alguien o contra alguien, al anuncio del presidente Zapatero de iniciar el diálogo con ETA para su desaparición definitiva -sería bueno evitar el uso inflacionista del término paz, pues empieza a significar demasiadas cosas distintas a la vez- le ha sucedido lo mismo: o con él o contra él, a favor del inicio o en contra del inicio, o hay asunción de la metodología de ETA-Batasuna o hay impedimento a la paz, o es el éxito de la lucha de la izquierda abertzale o es la victoria de la democracia.

Frente a tanta visión maniquea de las cosas, una visión no exclusiva de nadie en el arco parlamentario tradicional, no estaría mal ensayar una aproximación a lo que ha sucedido, está sucediendo y va a suceder que se podría calificar como de acompañamiento crítico. Precisamente aquellos que ven más riesgos que oportunidades debieran ser los más inclinados a ofrecer un acompañamiento crítico, para que no sucedan cosas que no deben suceder, para que el mal llamado proceso no llegue a donde no debe llegar, para hacer difícil que quien esté dispuesto a dar pasos inaceptables los pueda dar.

Pero es obligación ciudadana acompañar la decisión del presidente del Gobierno, pues si existe una oportunidad para que ETA desaparezca definitivamente, aunque sean muchos y graves los riesgos, esa oportunidad debe ser explorada. Pero tratando de impedir que la oportunidad sirva para negar los riesgos, tratando de que al final la voluntad de éxito obnubile de tal forma que lo que se consiga no sea la desaparición de ETA, sino la perpetuación hecha institución de su proyecto político. Si tenemos que aguantar que Arnaldo Otegi le espete al presidente Zapatero que es hora de pasar de las palabras a los hechos, con bastante más razón podemos los ciudadanos exigir que algunas de las palabras pronunciadas por el presidente del Gobierno sean clarificadas en su significación concreta, y que sean avaladas por compromisos claros. Ésa debe ser la función del acompañamiento crítico. No por desconfianza. Sólo con la intención de ayudar a que la desaparición definitiva de ETA no tenga precio político.

El acompañamiento crítico puede comenzar por pedir aclaraciones y concreciones al contenido de la última frase: qué significa que no vaya a haber precio político, en qué se calibra el precio político, qué es, y qué no es, precio político. Supongamos que la reunión del PSE con Batasuna sea pago de precio político -que sea una inversión para la paz entra en el catálogo de fines que justifican los medios-, pero que es un precio asumible, pequeño, sin demasiada importancia. Que es sólo para pedirle a Batasuna que se legalice -como si no lo hubieran escuchado hasta ahora, y no lo supieran-.

Pero es obligación indicar que esa reunión rompe con promesas hechas, que se produce ante la amenaza de ETA-Batasuna de hacer reversible el llamado proceso a causa de la actuación del Estado de Derecho, que no puede estar en tregua. Y es obligación indicar que, aunque se pueda asumir a regañadientes, es un ejemplo de cómo no hay que hacer las cosas en el mal llamado proceso.

Parece también pago de precio político asumir que las dos mesas puedan empezar a funcionar paralelamente, sin esperar a la mesa política hasta que ETA haya firmado su propia desaparición. Uno creía que esa separación estaba asumida por el PNV, por el PSE-PSOE, por el Gobierno de Zapatero y por el PP. Es obligación ciudadana indicar que ese paralelismo supone un peligro, admite la posibilidad de una tutela del diálogo político por parte de una ETA aún sin desaparecer definitivamente. Es obligatorio preguntar por qué se ha procedido a ese cambio de criterio. Es obligatorio preguntar por qué se admite la metodología que interesa a ETA-Batasuna, y cómo se hace frente al pago de ese precio político, minimizándolo, garantizando que no es la secuela del otro precio político minúsculo, y antesala de otros precios políticos.

El acompañamiento crítico no supone que, puesto que es evidente que está habiendo un pago político, aunque sea pequeño y superable, haya que retirar toda la confianza al Gobierno del Estado y haya que colocarse en el margen de los acontecimientos. Lo que el acompañamiento crítico implica es que se debe llamar la atención sobre la necesidad creciente de compensar esos pagos con garantías de que en la mayor, en el verdadero núcleo de la negociación política que viene, no va a haber concesiones de ninguna clase, que los límites están bien trazados, claros y concretos, no sujetos a ambigüedades que den lugar a interpretaciones contrapuestas.

Por ejemplo: la afirmación de que lo que se acuerde entre los partidos políticos vascos, incluida la izquierda abertzale legalizada, sólo será aceptable si se atiene a los principios democráticos, al consenso exigible, al respeto al pluralismo, a la memoria de las víctimas y a la ley, la afirmación de la vigencia de la Constitución española, ¿qué implica respecto al Estatuto de Gernika?

La afirmación de que el presidente Zapatero está dispuesto a aceptar lo que decidan los partidos vascos, siempre que se sujete a la ley, ¿qué quiere decir? Porque lo que piensa ETA-Batasuna de esa afirmación lo sabemos, lo repiten continuamente sus líderes en los medios de comunicación. Lo que piensan otros partidos políticos nacionalistas también es conocido: la exigencia de que el orden constitucional prevea la posibilidad de llevar a cabo todos los proyectos políticos, incluidos los nacionalistas radicales, en pie de igualdad. ¿Cuál es la concreción que da a esa afirmación, por ejemplo, el PSE? ¿Qué es lo que va a defender en las negociaciones políticas entre los partidos políticos vascos?

¿Es posible entender las palabras del presidente Zapatero en el sentido de que el Estatuto de Gernika ha sido un fracaso al no conseguir la convivencia entre los vascos? ¿Significan sus palabras que la responsabilidad de ese fracaso es imputable al propio Estatuto y no a la voluntad injustificada e injustificable -espero- de quienes recurrieron a la violencia y el terror para deslegitimar el Estatuto de Gernika? ¿Cuáles son los límites de la reforma del Estatuto de Gernika? ¿Dónde los pone el Gobierno del Estado, dónde el PSOE, dónde el PSE?

Y es preciso volver a repetir la pregunta: ¿Es posible hablar de estas cosas que atañen al futuro político de los ciudadanos vascos, pero también al futuro político del corpus constitucional que afecta a todos los ciudadanos españoles, mientras ETA siga nominalmente existiendo?

El acompañamiento crítico de la decisión del presidente Zapatero significa que ha llegado la hora de pedir a quien corresponda -PSOE, Zapatero, PSE- clarificación y garantías sobre algunas cuestiones que ya, por las decisiones que van adoptando, están en el orden del día: si es posible o no entender la referencia a la actualización de los derechos históricos como palanca para superar la Constitución; si es posible o no conjugar la capacidad de decisión -en todo- del pueblo vasco con la Constitución actual, aunque se le añada la obligación de pactar.

Sería necesario conocer la postura de los citados sobre las consecuencias del reconocimiento de la pluralidad de la sociedad vasca, más allá de la confesión de boca: si significa, por ejemplo, que la capacidad de decisión de los vascos está limitada por la necesidad de pactar que impone esa pluralidad de sentimientos de pertenencia. Sería necesario que los citados hicieran saber con claridad y concreción su postura sobre los términos que utiliza cierto nacionalismo de ni imponer ni impedir, ni imponer el proyecto nacionalista, ni impedir el proyecto nacionalista. ¿Cuál es su opinión?

En definitiva: más allá de la reunión de PSE-Batasuna, más allá del paralelismo -inquietante- entre el diálogo Gobierno-ETA para su desaparición y la negociación política entre los partidos vascos, ha llegado la hora de que sepamos con concreción cuáles son las garantías que el Gobierno, el PSOE y el PSE ofrecen a la ciudadanía vasca y española de que en la reforma del Estatuto de Gernika no va a suceder nada de lo que no puede ni debe suceder: por los límites impuestos por la Constitución, por las leyes vigentes, por el pluralismo de la sociedad vasca y por el significado político de los asesinados, que es lo que significa respeto a las víctimas.

Son garantías que necesitamos para seguir con el acompañamiento crítico que merece la decisión del presidente del Gobierno español de iniciar conversaciones con ETA para que ésta se disuelva.