Actitudes frente a la pandemia

«Todo lo que se mide mejora». Esta frase atribuida a Peter Drucker, es uno de los consejos más eficaces que se deben asumir para poder ajustar nuestro nivel de exigencia y nuestra capacidad de respuesta, a los problemas que estamos viviendo y a los que surgirán en el futuro.

La medición no va a ser fácil. Vamos hacia un tiempo en donde además de un crecimiento fuerte del índice de complejidad, se va a producir un aumento espectacular de lo impensable y lo imprevisible.

Preparémonos a estar sorprendidos y también desconcertados y desorientados. Es la consecuencia inevitable de una pandemia sanitaria, de momento incontrolable, que está generando una pandemia económica y otra sociológica aún más preocupantes. Reaccionemos con prontitud y firmeza. Lo haremos bien y lo primero que hay que hacer es, de un lado medir cuál es el problema real, y de otro, investigar cuales son las soluciones posibles y reales.

No permitamos que acabe dañando gravemente la convivencia política, la vida económica, las relaciones humanas e incluso nuestra imagen exterior que un ministro del gobierno de los Países Bajos ha ofendido descalificando nuestra competencia para afrontar el problema con la eficacia y los medios adecuados. Ha tenido que ser el primer ministro portugués, Antonio Costa, quien mejor ha reaccionado por nosotros calificando de «repugnante» la posición de este ministro, un ministro de un país que ha ampliado su territorio en 7.000 kilómetros cuadrados arrebatándoselos al mar, un país con una vertebración económica, social y cultural admirable, un país que de vez en cuando, peca de orgullo y lo manifiesta con un cierto complejo de superioridad.

España es uno de los pocos países europeos en donde a pesar del dramatismo del problema, no se ha generado de momento un consenso político entre gobierno y oposición. No habrá otro remedio, por lo tanto, que generar la presión necesaria a través de los medios de comunicación y por otros medios, para que entiendan claramente que no tienen el derecho a disentir en estas circunstancias y sí en cambio la obligación de negociar un acuerdo amplio y firme que les comprometa ante los ciudadanos. La idea de que su misión consiste en magnificar los problemas y tensionar las relaciones es verdaderamente inaceptable por más que se enzarcen en discusiones tragicómicas sobre quién es más culpable.

España va a tener que reaccionar con fuerza y superar una época muy difícil y peligrosa especialmente en lo que afecta a un crecimiento rápido de la desigualdad que va a poner en peligro todo el sistema en su conjunto. Es ahí, en ese tema, donde el liderazgo político, el empresarial y el social van a tener que demostrar su lucidez y su valor intelectual y político para evitar ese crecimiento inaceptable. En este sentido Portugal nos está dando muy buenas lecciones de calidad democrática y de eficiencia económica. Ha reaccionado como hay que reaccionar en situaciones difíciles: buscando y propiciando consensos que en nuestro país vecino se ha concretado en un acuerdo entre los siete partidos que representan a toda la ciudadanía. Sin obligar a tales extremos de sensatez y excelencia, ¿no sería lógico que exigiéramos a nuestros líderes un comportamiento que implique anteponer el interés nacional a cualquier otro en situaciones excepcionales? Va a ser necesario porque estamos viviendo una época muy especial.

Se ha abierto a fondo el debate sobre los fallos del modelo económico capitalista, sobre el desarrollo de un consumismo imparable, sobre la desigualdad creciente, sobre el riesgo de una respuesta social incontenible y sobre otros muchos temas, hasta el punto de que se ha creado la sensación de que se abre una nueva era en la que habrá que cambiar las actitudes y los valores hasta ahora reinantes.

En un reciente mensaje a la nación, el presidente Macron, ha dicho cosas realmente nuevas e interesantes, incluyendo la idea de potenciar al máximo la navegación marítima, y ha hecho un canto realmente poético a la vela como una fuerza ecológica perfecta y tan eficaz como la propia navegación aérea, en cuanto al transporte de personas y bienes. Se podrá o no estar de acuerdo, pero da gusto constatar que hay líderes que no se limitan a justificarse o a disculparse y que asumen la obligación de estar al frente en la búsqueda de nuevas ideas y soluciones.

Pongámonos a ello en este admirable país, que está demostrando actitudes y valores de aguante y de adaptación a las nuevas circunstancias realmente admirables. Sería injusto que se nos engañe y se nos traicione.

Antonio Garrigues Walker es jurista.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *