Acuerdo nuclear con Irán no gira solo en torno a las bombas

Para probar que los estadounidenses pueden estar tan locos como los iraníes, llevé a mi hija en mi viaje más reciente a Irán, en 2012, para hacer un recorrido por el país en carretera.

Los iraníes se asombraron al ver en medio de ellos a una yanqui de 14 años. En Mashhad, una ciudad islámica conservadora que podría parecer recelosa de los estadounidenses, tres mujeres vestidas con chadores abordaron a mi hija; y luego la invitaron a una cafetería donde la atiborraron de helado, maravilladas con ella y besándole la mejilla mientras comía.

No estaban asumiendo una actitud política, sino que manifestaban su anhelo de que Irán fuera de nuevo un país normal.

A medida que las conversaciones nucleares con Irán se adentran en su segundo tiempo extra, recordemos que éstas no giran solo en torno de las centrifugadoras sino también de la creación de alguna oportunidad con el tiempo de realinear al Medio Oriente y sacar a Irán del aislamiento. Es una posibilidad remota, sí, pero es razón para que Arabia Saudita esté alarmada, junto con los propios intransigentes iraníes. Esos intransigentes sobreviven gracias a una narrativa de conflicto con Occidente, y privarlos de esa historia los socava.

Es extraño debatir un acuerdo que aún no ha sido alcanzado, pero los críticos tienen razón en su mayor parte en sus objeciones específicas a un acuerdo, y en sus aspiraciones respecto al mismo.

“Un acuerdo mejor daría marcha atrás significativamente a la infraestructura nuclear de Irán”, señaló el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. “Un acuerdo mejor vincularía el eventual levantamiento de las restricciones sobre el programa nuclear de Irán a un cambio en el comportamiento de Irán”.

Totalmente cierto. Por supuesto, un acuerdo mejor también involucraría regalar a cada estadounidense un delicioso baklava persa. Y un pony.

Netanyahu también sugiere que un acuerdo “allanaría el camino del régimen asesino de Irán hacia la bomba”. Esa es una falacia.

Irán ya está en camino hacia la capacidad nuclear. Netanyahu debería saberlo, porque lo ha estado señalando durante más de dos décadas. Desde 1992, afirmó que Irán estaba a entre tres y cinco años de una capacidad nuclear. Con el tiempo, eso descendió a “entre uno y dos años”, y luego a “meses”.

Pero aun cuando las advertencias de Netanyahu han sido alarmistas, tiene un punto a favor: Irán se está acercando. El problema es que las condenas no constituyen una política.

Podemos intentar obtener un acuerdo para bloquear todas las vías hacia una bomba, uranio, plutonio y la compra de un arma. Esto permitiría a Irán seguir en el camino nuclear pero esencialmente congelaría su avance – si no hace trampa. Para evitar que haga trampa, necesitamos el régimen de inspecciones más estricto de la historia.

Podemos continuar con las sanciones, la guerra cibernética y el sabotaje para refrenar el avance de Irán. Esto ha funcionado mejor de lo esperado, pero no está claro que tengamos un nuevo gusano Stuxnet que liberar. Y, en parte debido a la intromisión del Congreso, el apoyo internacional para las sanciones pudiera desbandarse.

Podemos lanzar ataques militares contra Natanz, Isfahan, Arak, Fordow y, posiblemente, Teherán. Esta seria una operación importante que duraría meses. Los ataques tendrían lugar de día para maximizar el número de científicos nucleares muertos. Todo esto probablemente retrasaría un arma por uno, dos o tres años; pero haría aumentar los precios del petróleo, conduciría a ataques de represalia y provocaría una reacción nacionalista en apoyo del gobierno.

Imagine si hubiéramos lanzado un ataque militar contra los sitios nucleares chinos en los años 60. En ese caso, Pekín aún sería gobernado por maoístas.

En resumen, con la opción militar o la opción de las sanciones, Irán probablemente termine con una capacidad nuclear dentro de una década. Con un acuerdo nuclear, es posible que pudiéramos evitar que eso suceda. Quizá no se logre un acuerdo; el bando iraní se ha mostrado recalcitrante últimamente. En ese caso, continuemos con las sanciones y esperemos que la presión económica reste más legitimidad al gobierno y eventualmente obligue a Irán a regresar a la mesa de negociaciones.

Pero, una vez más, esto no gira solo en torno del uranio sino también de socavar a un régimen insufrible y de crear las condiciones para que Irán se vuelva un país normal. Rara vez he visto un país más pro-estadounidense, entre la gente común, y hay una ira contenida contra la corrupción y la hipocresía. Eso no significa que vaya a haber una revolución pronto. Pero significa que existe una posibilidad de movimiento tras la muerte del líder supremo, el Ayatola Alí Jamenei, quien tiene 75 años de edad y se sometió a una cirugía de próstata el año pasado.

En la oficina del Gran Ayatola Hossein Alí Montazeri, a quien Jamenei desplazó para convertirse en líder supremo, alguna vez fui presentado en broma como oriundo del “Gran Satán”. Un colaborador, refiriéndose al propio régimen de Irán, inmediatamente dijo: “Estados Unidos es solo el Satán bebé. Tenemos al Gran Satán aquí en casa”.

Así que, seguramente, un acuerdo nuclear conlleva riesgos y será feo e imperfecto, pero, en suma, probablemente reduzca el riesgo de que Irán consiga la bomba en los próximos 10 años. También podría, después de que fallezca el Ayatola Jamenei, crear una oportunidad para que Irán ponga fin a su capítulo de extremismo, para que el país sea definido menos por los ayatolas rapaces y más por esas matronas tan cariñosas en Mashhad.

Nicholas Kristof, is an American journalist, author, op-ed columnist, and a winner of two Pulitzer Prizes.

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