Adiós, Bagdad (y 2)

Por Walter Laqeuer, director del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington (LA VANGUARDIA, 05/11/06):

Cuál puede ser el desenlace más probable de la gradual partida estadounidense de Iraq? Por raro que parezca, podría ser una auténtica bendición para Estados Unidos. Naturalmente, conllevará una pérdida de prestigio para Washington como lo fue en su día la partida de Vietnam. Sin embargo, y desde una perspectiva histórica, Vietnam no fue una catástrofe terrible y fatal y no impidió a Estados Unidos alzarse con la victoria durante la guerra fría. Las relaciones de Estados Unidos con China son hoy razonablemente buenas y, con Vietnam, aún mejores. Aunque indudablemente el brillo de Estados Unidos en calidad de país aliado menguará e inspirará menos confianza, seguirá siendo la principal potencia del planeta y probablemente se le requerirá si cabe con mayor vehemencia que antes para que se conduzca como tal país aliado. ¿Por qué? Porque el conflicto entre las fuerzas musulmanas extremistas y Estados Unidos será reemplazado por las riñas y conflictos internos, la guerra civil y acaso guerra convencional en el ámbito del propio mundo musulmán.

La solución ideal consistiría, por supuesto, en un acuerdo entre suníes, chiíes y kurdos en torno a un Estado federal iraquí, aunque tal perspectiva resulta de improbable cumplimiento (si es que llega a producirse) sin que medie la lucha armada por el poder entre suníes y chiíes en el sur de Iraq y en el área de Bagdad, y entre suníes y kurdos por la rica región petrolífera del norte, en Kirkuk y Mosul. Además, no sólo se enemistarán suníes contra los chiíes y viceversa, sino que combatirán los suníes entre sí (como ya sucede en la actualidad) como, asimismo, los chiíes entre sí en pos de la supremacía en el marco de sus respectivas comunidades.

Los suníes serán los más belicosos en el curso de esta lucha por el poder porque lucharán en realidad por su supervivencia; sin el petróleo, no tienen nada que hacer. Acecha el peligro inequívoco de que la región suní atraiga terroristas de diversas áreas del mundo musulmán. La situación guardará cierto parecido con la vigente en Afganistán con el régimen talibán e incluso antes. Ahora bien, ¿contra quién dirigirá los tiros esta animosidad terrorista? No contra Estados Unidos y contra Occidente, pues tal orientación no ayudaría precisamente a los suníes iraquíes a controlar los pozos petrolíferos y a obtener las rentas consiguientes. Ni tampoco les ayudaría en absoluto a recuperar la situación de predominio de que en su día gozaron en Iraq. No. El terrorismo orientará sus zarpazos contra los congéneres árabes y los kurdos.

El peligro mayor en el caso de Occidente estriba en la interrupción del suministro de petróleo procedente del Golfo pérsico. Tal es el auténtico peligro aun cuando fuere transitorio dado que los iraquíes, los iraníes y otros necesitan los ingresos procedentes del petróleo.

Yhe aquí que también en este caso una crisis de tal naturaleza podría revestir la apariencia de una bendición para los países industrializados pues su dependencia de Oriente Medio es también su gran punto flaco. En definitiva, el peligro actual - aparte de las turbulencias de todo conocidas- es la insostenible y peligrosa situación creada, pues las reservas existentes de petróleo no durarán siempre. Merece añadirse que en la campaña electoral estadounidense ambos partidos se han comprometido a "sustituir más del 75% de nuestras importaciones de petróleo procedente de Oriente Medio": Bush y los republicanos ya lo han prometido y los planes de los demócratas son prácticamente idénticos (propugnan la independencia energética de Estados Unidos para el año 2020). Todo ello es de primordial importancia pero, en lugar de un paso significativo en esta dirección, lo más probable es que estalle una crisis, una crisis que vendrá dada por el conflicto de Oriente Medio con todas las ramificaciones de rigor.

¿Qué pasará si se extiende el conflicto de Iraq e intervienen los países vecinos? Irán aspira a consolidarse como potencia destacada en Oriente Medio, circunstancia que sin duda generará oposición y animadversión. Hasta este momento, el Gobierno iraní ha procedido con suma cautela, sin dejar de apoyar a chiíes y suníes en sus luchas y combates contra Estados Unidos y Occidente en general. Sin embargo, y una vez los estadounidenses se hayan marchado de Iraq, es posible que se vean sumidos en conflictos y disputas internas. En todo caso, preferirían disponer de un gobierno chií en el sur de Iraq que funcionara como satélite de Irán.

¿Qué cabe decir de los numerosos chiíes de Bagdad y otros puntos de Iraq presionados por los suníes? Si los iraníes no intervienen en su ayuda, perderán la cara y se verán desacreditados. Es evidente, por otra parte, que la posesión de armas nucleares por parte de Irán propiciará el rearme nuclear en países árabes como Egipto, Arabia Saudí y probablemente también Turquía, que no desean verse reducidos al papel de vasallos de Irán y que pueden intentar neutralizar a Turquía prometiéndole manos libres en Kurdistán (en otras palabras, no se opondrían a una posible invasión turca de Kurdistán). Claro que esta última actitud sería muy temeraria de parte de Turquía pues no sólo ahondaría el desencuentro con Estados Unidos, sino que significaría el término de las posibilidades de Turquía de formar parte de Europa. Desconocemos si la cordura y la sensatez se abrirán paso en Ankara.

En resumen, concluyo diciendo que aunque la situación actual en Bagdad es indudablemente mala, la partida de Estados Unidos de Iraq puede abrir aún más la caja de Pandora, acto cuyas consecuencias sufrirá probablemente en mucha mayor medida el mundo musulmán que Estados Unidos y Occidente.

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