¿Adónde va Corea del Norte?

De acuerdo con la televisión estatal norcoreana, el infarto que provocó la muerte de Kim Jong-il el 17 de diciembre fue debido a “un intenso estrés físico y mental desencadenado por trabajar excesivamente.” Al conocer ese informe inmediatamente me surgió una interrogante: si aceptamos el diagnóstico que ha dado a conocer el régimen, ¿por qué necesitaba Kim trabajar tan arduamente a pesar de su delicado estado de salud? En cierto sentido, su muerte repentina parece simbolizar el desamparo de un dirigente desesperado que tenía ante sí desafíos abrumadores.

Visto así, lo que es más importante preguntarse es si el hijo inexperto de Kim, el “gran sucesor”, Kim Jong-un, de veintitantos años, podrá consolidar el poder y de alguna manera sacar al país de sus fuertes males. Hasta ahora, la sucesión en Pyongyang parece desarrollarse sin complicaciones. No obstante, a pesar de las apariencias, pocos regímenes totalitarios, excepto los de Hitler, Stalin y Mao, han logrado mantener un círculo inmediato de poder monolítico. Es improbable que Corea del Norte sea la excepción a la regla.

La legitimidad del reclamo de poder de Kim Jong-un es frágil a pesar de sus vínculos de sangre con su padre y abuelo, la dinastía que ha gobernado Corea del Norte desde su comienzo. El “gran sucesor” apenas ha estado dos años formándose para el cargo, en comparación con los 14 años que pasó su padre aprendiendo directamente de Kim Il-sung. Por supuesto, Kim Kyung-hee, la hermana de Kim Jong-il, y su cuñada, Jang Seong-taek, asumirán algo así como un papel de regentes desempeñándose como madrinas del gran sucesor y como fuerza para movilizar al ejército a fin de que cierre filas con la  dinastía Kim.Aunque no queda claro cuán lealmente y por cuánto tiempo Kim Kyung-hee y Jang respaldarán a Kim Jong-un. Incluso podrían suplantar a Kim reclamando el poder para ellas mismas.

Otro desafío puede surgir con los principales dirigentes del país, en particular en el ejército. ¿Permanecerán leales a Kim, a quién le llevan entre 40 y 50 años de diferencia?

Se sabe que algunos oficiales de alto rango del ejército criticaban discretamente el fracaso de Kim Jong-il para controlar la relación del país con los Estados Unidos y Japón. Tal vez tenían la expectativa de que Corea del Norte mejorara sus relaciones con los Estados Unidos mientras que conservaba sus armas nucleares, a cambio de no desarrollar misiles de largo alcance. Después de todo, si Pakistán lo hizo, ¿por qué Corea del Norte no?

De haber ocurrido, la asistencia económica de los Estados Unidos y Japón habría fluido a Corea del Norte permitiendo que el régimen controlara mucho mejor la agonizante economía del país sin iniciar reformas, que el ejército parece considerar peligrosas. En cambio, con la economía que sigue cayendo, en particular la producción de alimentos, tal vez una tercera parte del país vive en niveles de hambruna o incluso inferiores. ¿Podrá hacer mejor las cosas el líder Will Kim Jong-un?

En las primeras etapas de esta sucesión inestable, el comportamiento de China ha sido el esperado; está apoyando al régimen para asegurar la estabilidad de su vecino país con armas nucleares. El Ministerio de Relaciones Exteriores chino envió un fuerte mensaje de apoyo a Kim Jong-un y alentó a los norcoreanos a unirse con el nuevo líder.

No obstante, el factor externo decisivo para garantizar una sucesión pacífica será las políticas de Corea del Sur y los Estados Unidos, que tienen que decidir si pueden trabajar con Corea del Norte en la era posterior a Kim Jong. ¿Esperarán a ver pasa con el nuevo líder y por ende continuarán con su política de “paciencia estratégica”, que se focaliza sobre todo en la desnuclearización, y pasarán a otras áreas hasta que Corea del Norte lo haga primero? En ese caso, Corea del Norte  se hará más inestable poco a poco, a pesar del apoyo chino, a medida que el deterioro económico socava su liderazgo casi legítimo.

¿O acaso intentarán Corea del Sur y los Estados Unidos aprovecharse de la muerte de Kim Jong-il mediante nuevas iniciativas de política? Si pueden desarrollar un marco político con un enfoque doble destinado a facilitar la reforma económica dentro de Corea del Norte y al mismo tiempo mantener la presión internacional para la desnuclearización, podría haber una relación constructiva.

Por desgracia, el próximo año hay elecciones en Corea del Sur y en los Estados Unidos. En el ambiente febril de un periodo político agitado no será fácil para las administraciones que buscan su reelección aplicar políticas audaces pero riesgosas. Esto es lo angustioso de la democracia y por ello el próximo año puede resultar ser la etapa más inestable e incluso peligrosa desde hace décadas para la península de Corea y la región.

¿Qué sucederá si las cosas salen mal? ¿Qué pasaría por ejemplo si Kim Jong-un no puede consolidar el poder, percibe que la situación política interna empeora debido a las luchas por el poder de las élites o al descontento popular y considera que el entorno externo, en particular Corea del Sur y los Estados Unidos, es cada vez más hostil? En ese caso, Kim III podría recurrir a la provocación de una forma u otra como lo hizo su padre con los ataques intermitentes contra Corea del Sur en los últimos años.

Si las cosas empeoran aún más, el mundo nos guste o no, tendrá que prepararse para manejar –e incluso hacer frente a- una situación en la que la dinastía Kim, y con ella el Estado de Corea del Norte, caiga. Por desgracia, considerando la mala preparación que hay actualmente en términos de coordinación internacional, habrá confusiones, malentendidos y reacciones exageradas de Corea del Sur, los Estados Unidos y China hacia la conducta de otros actores. Así pues, ya es tiempo de que las tres potencias, junto con Japón y Rusia, comiencen a dialogar y hacer planes para el futuro de forma conjunta. Nadie quiere una Corea del Norte caótica o que se colapse.

Por Yoon Young-kwan, ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur entre 2003 y 2004, y actualmente profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Seúl. Traducción de Kena Nequiz.

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