Afganistán 2.0

El sábado 15 de febrero se cumplía el 25 aniversario de la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán. Los homenajes por el fin de esta guerra han sido multitudinarios en Rusia y las ex repúblicas soviéticas, donde los veteranos y los familiares de los que allí sirvieron han recordado a los caídos en los monumentos que honran su memoria. Especialmente destacados han sido los de Kiev, inmersa en pleno conflicto entre el gobierno y la oposición ucraniana, y Ekaterimburgo, “la frontera virtual” entre Europa y Asia. En Afganistán, desde 2012, el 15 de febrero es un día festivo en el que se celebra la derrota de las tropas de la URSS.

La retirada de los 100.000 militares soviéticos desplegados en este país asiático comenzó el 15 de mayo de 1988, cumpliendo lo pactado en los acuerdos de Ginebra, y se completó nueve meses después cuando siete mil hombres y cientos de vehículos cruzaron el “Puente de la Amistad” sobre el río Amu Darya, el único en la frontera con la entonces república soviética de Uzbekistán. El hoy senador Boris Grómov fue el último militar soviético en abandonar el territorio afgano. En seis semanas, el entonces Teniente General y Comandante del 40 Ejército, consiguió retirar 20.000 hombres de manera progresiva y sin apenas bajas, trabajo por el que recibió la medalla de Héroe de la Unión Soviética.

Aquella guerra, considerada el Vietnam de la Unión Soviética, costó la vida a unos 15.000 militares soviéticos de un total de 600.000 que participaron en ella entre 1979 y 1989. Según fuentes oficiales el número de heridos y mutilados asciende a 53.000 y hubo además 417 desaparecidos y 415.932 enfermos. En Afganistán, aunque no hay cifras precisas, se asegura que la invasión soviética causó centenares de miles de muertos y desaparecidos, tanto combatientes como civiles. En la actualidad el Ministerio de Asuntos Sociales de Afganistán ha estimado que hay más de 800.000 discapacitados en el país, gran parte de ellos víctimas de aquel conflicto.

25 años después, en este 2014, el escenario es el mismo y la situación parecida. Antes de 2015 las tropas internacionales que combaten a los talibanes desde 2011, cuando derrocaron al régimen islamista, deberán culminar su retirada de Afganistán. Al igual que la URSS, la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad, la ISAF, ha llegado a tener sobre el terreno más de 100.000 militares. Esta fuerza multinacional está compuesta por tropas de unos 50 países, principalmente de EE.UU. Hasta el 15 de enero de este año se han registrado 3.415 bajas en las filas de la ISAF, más de 10.000 entre los policías y militares afganos y cerca de 20.000 muertos entre la población civil.

La retirada, por la complejidad logística, supone un reto similar al que tuvieron que hacer frente las fuerzas soviéticas. A través de puentes aéreos y complicadas carreteras los aliados de la ISAF sacarán a la mayor parte de sus militares y equipos. Los vehículos  y aparatos que no se consideren útiles, o cuyo transporte no sea económicamente viable, se entregarán a las unidades afganas, tal como hicieron los soviéticos en su repliegue. Con su salida del país la soberanía y seguridad quedará en manos del gobierno y fuerzas de seguridad y armadas de Afganistán. También sucedió así en el 89. Entonces comenzó una guerra civil que causaría miles de víctimas y devastaría aún más a este pobre país, un conflicto que culminaría con la victoria de los talibanes en 1996.

Hoy está pendiente la celebración de unas elecciones de las que saldrá el sucesor de Hamid Karzai, el único presidente que ha tenido el país desde el fin de la época talibán. El nuevo gobernante deberá dirigir el futuro de Afganistán teniendo en sus manos la plena soberanía nacional, un exiguo apoyo de fuerzas internacionales, unas fuerzas de seguridad numerosas y supuestamente bien entrenadas y un gran desafío: definir cómo será la relación con la insurgencia talibán para evitar una nueva guerra civil que devuelva a Afganistán a su época más violenta y oscura. Opciones tiene pocas, o combatir sin tregua hasta que uno de los dos bandos sea definitivamente derrotado o lograr unas conversaciones que permitan a los talibanes abandonar la lucha armada para participar en las instituciones políticas y sociales a través de sus representantes. En apenas dos meses conoceremos el nombre del presidente que definirá cómo será Afganistán: un estado que busca prosperidad y un futuro en paz o un territorio sumido de nuevo en otra guerra tras vivir un espejismo de cierta normalidad.

David Corral Hernández, periodista TVE

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