Afiliación y paro de diciembre: ¿complacencia o preocupación?

Los datos de afiliación a la Seguridad Social y paro registrado de diciembre pueden recibir dos lecturas: una, complaciente; la otra, de preocupación.

Quien quiera llevar su optimismo más allá de lo razonable podrá decir que el empleo crece y el paro continúa bajando. Es verdad: ahora hay un 2% más de afiliados y un 1,6% de parados menos que hace un año. Incluso, podrá llegar a la euforia al constatar que ya son 71 los meses consecutivos con aumentos interanuales en la afiliación y 73 con descensos en el colectivo de parados. Más aún: por primera vez desde el inicio de la recuperación económica, a finales de 2013, el número de mujeres paradas cayó en diciembre más de prisa que el de varones en esa situación (1,6% y 0,7%, respectivamente).

Sin embargo, esa lectura complaciente estaría dejando de lado otros elementos importantes para alcanzar un análisis equilibrado. El incremento interanual del 2% en la afiliación es el más débil desde octubre de 2014. Al mismo tiempo, pese a que el número de parados aún es muy elevado (3,16 millones), la reducción del paro es la más moderada desde octubre de 2013.

Detrás del debilitamiento de los datos del mercado laboral está la moderación del ritmo de crecimiento económico, que pasó de más del 3% a finales de 2017 a menos del 2% ahora. Lo relevante es saber que esa moderación del crecimiento económico ya está significando un aumento del paro en los segmentos más vulnerables del mercado laboral: el número de extranjeros desocupados subió en diciembre en ambos sexos por primera vez desde febrero de 2012; el número de desempleados varones de menos de 25 años (incluyendo españoles) subió por segundo mes consecutivo, lo que no sucedía desde octubre de 2012.

El 94% de los empleos creados en los últimos doce meses corresponde al sector de los Servicios. Es decir que la Industria y la Construcción crean empleo solo de forma testimonial. Peor aún, en la Agricultura y la ganadería se han destruido puestos de trabajo en seis de los últimos siete meses.

Pero no es solo una economía que marcha más despacio. También hay falta de confianza. Ese es el mensaje de la irregular evolución de los contratos indefinidos, que volvieron a reducirse en diciembre y acumulan diez caídas en los últimos once meses. Estos contratos equivalieron el mes pasado al 8% del total de contratos firmados, la menor proporción desde agosto de 2017. El mismo mensaje de falta de confianza puede leerse a través de otro dato: los contratos cuya firma más aumenta son los temporales de tiempo parcial (+8,5% interanual).

Nada hace esperar que la economía se acelere en los próximos meses. La duda es, más bien, en qué punto se estabilizará el ritmo de expansión del PIB (¿1,5%?). Por lo tanto, no habrá que buscar por ese lado la fuerza que haga mejorar los futuros datos de afiliación y paro. Si la economía pierde fuerza, el dinamismo del mercado de trabajo debería depender de reformas que redujeran los costes y facilitaran la contratación.

Ajeno por completo a este análisis, el PSOE y Podemos han acordado que el primer gobierno de coalición de la democracia española se estrene derogando la reforma laboral de 2012 y subiendo, otra vez, el salario mínimo interprofesional. Sobre una economía que se debilita, el nuevo gobierno estaría dispuesto a ejecutar un experimento de alto riesgo, haciendo lo contrario de lo aconsejable.

Veremos qué ocurre. Si finalmente el nuevo gobierno llega a constituirse y pasa de las palabras a los hechos en sus planes para el ámbito laboral, 2020 podría acabar como el primer año con subida del paro desde 2012.

No se enfade conmigo, amigo lector, por destrozar en pocas líneas los buenos deseos que acompañan el Año Nuevo. Todavía está a tiempo de sumarse al campo de los “optimistas antropológicos”. Pero luego no me diga que no le avisé.

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo).

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